Tuesday, November 15, 2005

"Rumbo al Norte"

Rumbo al Norte

Me cambié de ropa de trabajo por la de “salir”, un pantalón negro una camisa azul cielo y una chamarra “cazadora” color azul marino y mis botas de piel, lo narro porque estas eran todas mis pertenencias. Crucé la autopista México – Guadalajara, que divide el rancho, y comencé a pedir raites (aventones), al poco rato un carro Volk´s Wagen blanco se detuvo.- ¿para donde vas?.- para el norte, respondí mostrando seguridad, e intentando no mostrarme triste por el momento difícil que vivía.
Platicando durante el viaje, antes de llegar a la Cd. De Salamanca ya le había comentado al señor mi situación, me regaló veinte pesos y en la entrada a Irapuato me dijo que hasta ahí me llevaba, pues él iba con rumbo a Michoacán. Caminé un rato sobre la carretera recogiendo algunas provisiones (colillas de cigarro) y nuevamente pedí raite, mismo que no tardó en llegar, un operador de trailer se detuvo y después de advertirme lo de rutina “si te duermes te bajo”, aceptó llevarme. El viaje esta vez fue un poco más largo, por la tarde llegamos a su destino, Tequila Jalisco. Rápidamente con un pequeño bate revisé las llantas, limpie el parabrisas y agradecí el “aventón”.

Me dirigí a un puesto de tacos donde utilicé los veinte pesos que me había dado el del V.W. Caminé rumbo a la salida del pueblo, durante el trayecto continuaba recogiendo las colillas de cigarro, encontré un puro casi entero y me lo eche a la bolsa de la chamarra, eso si que es suerte pensé.

Llegué a una gasolinería a la salida del pueblo, la noche estaba cayendo y sentía la necesidad de avanzar en mi camino, un trailer estaba llegando a estacionarse frente a un restaurante, me acerque al operador.- ¿Señor me da un raite?. -No, no puedo viene el dueño conmigo y se enoja si subo a alguien, me di la vuelta y mientras él se metía al restaurante me pude dar cuenta que iba solo, decidí esperar, no había alternativa, después de aproximadamente una hora salió del lugar, me acerque nuevamente.- ándele
déme un “raite”, le puedo ayudar a checar las llantas.- Ya te dije que no.- contestó mientras subía por el estribo a su camión, acomodando dos bolsas de papel llenas de fruta en el asiento, me di vuelta y avancé unos pasos cuando sentí un golpe en la cabeza viendo un hueso grande de ciruela amarilla rodar, conteniendo el coraje por la humillación regresé, y en tono humilde .-¿entonces si me da “raite”?.- órale súbete, pero nada más cierras los ojos y te mando a la chin… .- Durante el camino el comía sin parar, la bolsa de la ciruelas le duró muy poco y continuaba con la bolsa de mangos de manila, que pronto seguramente también se iba a terminar, porque de dos chupadas se comía un mango, yo lo observaba discretamente y tragando la saliva que se transformaba en agua por el antojo, mientras imaginaba que en cualquier momento me diría “cómete uno” pero no fue así.
Poco platicamos, pero al preguntarme hacia donde me dirigía le dije que a Estados Unidos a trabajar. El trailer transportaba cal en bultos haciendo muy pesada la carga, iba muy despacio cuando la carretera era cuesta arriba, el operador me imagino para refrescarse sacaba parte de la cabeza por la ventanilla, descuidando la bolsa de los irresistibles mangos. Con el corazón saliéndome del pecho por los nervios, poco a poco metí la mano a la bolsa de papel, no debería hacer el mínimo ruido, pensaba que si se daba cuenta de que le iba a robar me bajaría a golpes del trailer y claro que podría hacerlo sin mucho problema, era un señor de aproximadamente cuarenta años, 1.80 metros de estatura, moreno barrigón y mal encarado. Logré extraer un par de mangos y los guardé en la bolsa de mi chamarra, no podía comerlos en ese momento por obvias razones.

Por la madrugada nos encontrábamos en Ixtlán del Río, Nayarit.- Voy a descansar un rato, si quieres sube a la caja para que duermas un rato mientras amanece.- Sí gracias.- le contesté y me subí en la canastilla donde se colocan las lonas. No podía arriesgarme a comer los mangos, cualquier indicio o rastro me delataría, así que mejor intenté dormir.

Desperté al escuchar que me decía ¿oye muchacho quieres un café?.- Sí gracias, traté de sacudir mi ropa que se había empolvado de cal y me compuse el cabello con las manos, para ir por el bate para revisar las llantas y acarrear agua en un bote y limpiar el parabrisas. El operador salió de la cabina del trailer y se encaminó a una fonda a un costado de la carretera, lo seguí de inmediato.- ¿Qué vas a querer? Me dijo la señorita que atendía.- un café por favor.- ¿Qué no tienes hambre? Me preguntó “mi amigo”.- si pero usted me dijo que un café.- .-Ándale Pide de almorzar.- Ni tardo ni perezoso le dije, me sirve lo mismo que al señor por favor.- Regresó con un suculento almuerzo: café con leche, un plato de huevo con frijoles, salsa y muchas tortillas.

Salimos del lugar y .- Bueno muchacho hasta aquí llego, sigue tu rumbo.- si muchas gracias.- caminé hacía un pequeño jardín porque me faltaba el postre y no podía esperar, saqué los mangos que se habían magullado en mi bolsa y me dispuse a comerlos, sinceramente no los disfruté mucho pues estaba satisfecho con el almuerzo.

Pronto logré subirme a otro trailer, luego a una camioneta que transportaba unas vacas y viajaba rumbo a Rosarito Sinaloa, finalmente iba muy cómodo en un carro particular, cuando un grupo de soldados nos detuvo sobre la carretera, comenzaron a revisar el interior del carro preguntándole al dueño que hacia y hacia donde iba, pidiéndole su identificación. Mientras me esculcaban la ropa exigiendo me mantuviera con las piernas separadas y las manos sobre el toldo del carro. Encontraron mi cartera en la que guardaba una credencial de la escuela, pero también el puro deshecho en la bolsa de mi cazadora, que por cierto ya se había impregnado fuertemente al olor del puro a medio fumar. Uno de los soldados dijo.- ¿conque marihuana no? .- No señor, no es marihuana, es un puro que recogí en la carretera, y sentí la obligación de decir una mentirilla piadosa, soy estudiante y voy a Mazatlán a visitar un familiar que está enfermo.- me regresaron mi cartera y le dijeron al dueño del carro que no debería arriesgarse a dar aventones porque era muy peligroso.

Llegamos a Mazatlán y el “raite” se terminó, necesitaba trabajar para comer y me fui hacia el malecón, después de muchos rechazos un señor que estaba cenando me escucho solicitar trabajo.- ¿Y cuanto quieres ganar? .- pues el mínimo, dije apresurado.- .- Ja, ja, ja, como crees que vas a ganar el sueldo mínimo, casi no hay trabajo porque es temporada baja, “está muy piojo”, hizo una pausa y ¿ sabes manejar?.- sí, si se manejar.- Mira si te interesa te puedo dar $20 pesos diarios la comida y un lugar para dormir, por el momento necesito que me ayudes en mi taller de refrigeración y luego pienso poner una birrieria y tu podrías llevar a los clientes del malecón al negocio.- Luego de aceptar, nos dirigimos a su casa caminando. Durante el trayecto me hizo una serie de preguntas, seguramente para saber que tipo de persona estaba por meter a su casa, recuerdo que hasta curiosamente me preguntó a que signo zodiacal pertenecía.




El señor Enrique de aproximadamente 45 años tenia un hijo de unos tres años y a su joven esposa Silvia de 25 años, con ellos vivía “El Rabo” un hombre delgado, bajo de estatura y aún de más bajo perfil, de alrededor de 35 años, quien trabajaba para Don Enrique desde hacía más de dos años.

Después de las presentaciones, me guió al lugar que sería mi dormitorio, subimos la escalera, pasamos por lo que era la habitación del “Rabo”, y Don Enrique abrió la puerta que daba al balcón, había un catre de doblar, que por colchón tenía la lona o tela gruesa soportada por resortes alrededor, también estaban unos lazos con pinzas para tender ropa, no, claro no contaba con techo, pero pensé, seguramente estaré mejor que en la playa. Llegó la señora.- Mire joven le traje una sábana porque por las mañanas se puede sentir un poco de frío.- Le di las gracias y ella salió. Don Enrique me dio las primeras instrucciones.- Mañana hay que lavar las piezas del motor que están en el taller, primero las lavas con petróleo y después las debes lijar con lija de agua del número 240.

Me levanté muy temprano y me dispuse a demostrar que realmente quería el trabajo, en un recipiente con petróleo y otro limpio salí al patio trasero para lavar las piezas del motor del refrigerador, sentí la mirada de alguien y al voltear efectivamente la señora Silvia, que al momento me preguntó, sonando a una afirmación.- ¿Joven No trae ropa para trabajar?.- No señora, la única ropa que tengo es la traigo puesta.- Si gusta le puedo regalar algunos pantalones que mi esposo no usa.- Sí muchas gracias.- Después de unos instantes regresó con tres pantalones.- Haber si le quedan joven.- Obviamente no eran de mi talla, por lo que le pedí que por favor me prestara unas tijeras aguja e hilo para improvisar unas bermudas, una vez recortados les hice un dobladillo y conseguí un lazo delgado para amarrarlos a la cintura, si claro me veía ridículo pero por el momento estaba contento de tener algo de ropa, que por un tiempo utilizaría alternando los “Pantalones” con mi única camisa, que todos los días por las tardes era necesario darle una lavada, ya que se empapaba de sudor mientras trabajaba.

Alrededor de las 11:00 am., me percaté que la Sra. Subía la escalera con una charola de comida, era para su esposo, unos días más tarde me di cuenta que era de rutina.

Ensimismado en mis pensamientos comencé a cantar en voz baja una canción al tiempo que lijaba las piezas del motor desarmado, sin percatarme que la Sra. Se encontraba en la ventana de la cocina lavando los trastos, de pronto escuche que me hacía segunda entonando la misma canción, volteé a verla y dejó de cantar para preguntarme.- ¿ Le gustan las canciones “viejitas”?.- Si, me recuerdan a mi papá, él siempre nos despertaba muy temprano cantando para empezar a trabajar. Así comenzó una larga charla, en la que sentí la confianza para comentarle algunas anécdotas de mi vida, entre otras le dije que me gustaba escribir porque el papel aguantaba todo, ella correspondiendo a dicha confianza también hizo algunos comentarios personales.

Unos días después, reunidos “en familia”, Don Enrique , “Quique” su pequeño hijo único, el “Rabo” y yo , mientras la Sra. Silvia servia los platos de sopa de pescado comentó,.- Mi amor, ya te dijo el joven Gerardo que el escribe poesías.- Sentí un poco de pena o inseguridad ante el comentario.- No, no me lo había dicho.- contestó el Sr. Enrique.- Bueno, son pensamientos que se me ocurren, algunas reflexiones dije, con el propósito de minimizar el comentario, de hecho no acostumbro darlos a conocer.- Es bueno escribir dijo el Sr. Y continúo dinos alguna.- Consideré pertinente darle un antecedente a Don Enrique del como en la charla anterior yo comenté a su esposa que escribía algunas veces lo que sentía, luego seguí con un preámbulo de cómo me sentía cuando escribí lo que les recitaría, ellos respetuosos me escucharon y hasta recibí algunos aplausos, por primera vez di a conocer lo que escribía a personas ajenas a mi vida.

Trabajaba duro, de las 6:00 am, hasta alrededor de las 10:00pm., el agua y la lija pronto hicieron lo suyo con mis dedos que supuraban una especie de agua rosa por los poros, pero la comida no faltaba así como un techo, más bien dicho un lugar en donde dormir sin techo.

Regularmente una vez terminado el día de labores, Don Enrique nos invitaba al “Rabo” y a mí a dar una vuelta al malecón, que se ubicaba a dos cuadras de la casa. Caminábamos un buen rato escuchando principalmente las hazañas de infidelidad de Don Enrique, quien mostraba orgullo al comentar en muy variadas ocasiones que él se acostaba con dos mujeres a la vez, narrando con lujo de detalles sus aventuras como si tuviera la intención de que memorizáramos cada una. .- ¿Saben porque los miércoles no llego a la casa?,.- Sin esperar respuesta continuó.- Algunas de las clientas que me piden trabajos de refrigeración en ocasiones dicen no tener dinero por lo que prefieren ser muy atentas conmigo, mostrando una risilla de morbo y una mirada de superioridad mientras decía esto.

Sus charlas me parecían poco respetuosas y en ocasiones aburridas porque ya me las había aprendido, muchas ocasiones hubiera preferido quedarme a dormir, pero ¡como no atender la invitación de mi patrón!.

Una noche mientras hacíamos el recorrido, nos quedamos observando por un buen rato como una pareja de enamorados “probaba la suspensión de su camioneta” con placas de EEUU que se movía a un ritmo que gradualmente se fue acelerando, el patrón nos invitó a ayudáramos con el movimiento y lo hicimos agarrados de la defensa trasera. Afortunadamente nadie Salió y continuamos el recorrido sin mayor problema.

Así pasaron los días, opté por levantarme un poco más temprano y retrasar un poco el inició de actividades. Aprovechaba para ir a la playa mientras no había gente, que con las miradas hicieran burla de mis atuendos, conocí un grupo de niños que iban a jugar fut- bol en la arena, me uní a ellos haciéndoles notar que requerían de mayor técnica y fui muy bien recibido, pues les indicaba como pegarle al balón, algunas jugadas de pizarrón (previamente inventadas por un servidor), En fin eran niños, en la tierra de ciegos el tuerto es rey.

El pagó no era oportuno y muchas veces tampoco completo, Supongo que Don Enrique de está forma sentía mayor seguridad de que yo continuaría trabajando.

.-¡Ya tengo un local para poner el negocio de la birriería!, necesito que me apoyes para abrir lo más pronto posible.- Si claro, contesté, si quiere yo hago el rótulo.- ¿sabes rotular ?.- No es difícil, tomé un papel y rápidamente diseñe un bosquejo.- El acepto, quizá no por gustarle mucho, pero se ahorraría un dinero.

El local se encontraba a unas cuadras del monumento al pescador, muy cerca de la playa. Sin embargo, como en cualquier negocio primero es necesario invertir para después poder ver ganancias, razón suficiente para que mi pago cada vez se atrasara más. Alternando actividades de refrigeración con los de la birriería, todos los días de la semana eran de trabajo

Una ocasión, mientras trabajaba colocando un cuarto frío en un terreno baldío, atrás de un restaurante, unos muchachos me observaban sentados bajo la sombra de algunos arbustos a unos 20 metros de distancia, opté por no darles importancia y continué con mi trabajo.- Oye tú, ven para acá.- dijo uno de ellos con voz autoritaria.- Me acerque a ellos y pude oler el humo del cigarro de marihuana y ver los ojos rojos y pupilas dilatadas.- No te hagas Pend…., ven date un toque.- No gracias, ahorita no tengo ganas y estoy trabajando, mejor los acompaño con uno de los míos, dije al tiempo que encendía un cigarro normal.- Subió el tono de su voz y cambió su expresión.- A mi se me hace que eres “chivatón”, (chismoso), le das un toque o te damos en la madre, refunfuño mientras escupía al piso o intentaba hacerlo .- No, yo no soy ningún “chivatón”, presta .- Tomé el cigarrillo como “debería ser” para esas ocasiones con los dedos índice y pulgar y le di un jalón que de inmediato me provocó tos dejando salir un poco de humo.- Que paso Bato, no lo dejes ir.- No, no lo que pasa es que cambie de tabaco atiné a decir, mientras pensaba , ojalá no se den cuenta que yo no acostumbro la droga.

Después de unos instantes sentía el efecto de la droga, la boca seca los ojos diferentes y un hormigueo en piernas y brazos por lo que me espanté y sin demostrarlo.- Bueno voy a seguir con el jale (trabajo), gracias hay nos vemos.- A donde vas.- dijo con esfuerzo para que su voz saliera el que supe era el jefe y me llamara en principio.- todavía no te doy indicaciones. Me detuve mostrando tranquilidad.- Nosotros distribuimos los carrujos en la playa a 50 “varos”, (pesos), y tu le vas a entrar, “no´mas” deja que llegue “la verde” en unos días y yo te busco aquí en el malecón, ya sabes si rajas te mueres.

Me retiré para continuar el trabajo que antes iniciara, pero solo lo intenté, pronto un dolor muy fuerte se apoderó de mi cabeza, comencé a sudar frió y me senté en la tierra a esperar. Un rato más tarde llegó Don Enrique.- ¿Qué pasó, porque no has terminado?. Le comenté la mitad de la verdad.- Es que me duele la cabeza y me siento mal, estoy sudando y tengo frío.- Bueno a lo mejor te hizo daño tanto sol, mañana terminas ahora vamos a la casa a comer.

Unos días después, íbamos don Enrique y yo rumbo a una casa donde colocaríamos un sistema de aire acondicionado, al estar en una esquina esperando pasar la calle, en un puesto de periódicos “Murió el Jefe de peligrosa banda”, pude reconocer la foto que exhibían aunque mostraba manchas de sangre, sentí que un escalofrío recorrió mi espalda, no pude leer más ya que Don Enrique se adelantaba. Mientras trabajaba, los pensamientos me asaltaban, pero el más grabe era, si sus cuates (compañeros) piensan que yo raje, de seguro me buscaran para ajustar cuentas.

Pasaron varios días y mi preocupación se iba haciendo menos, Sin embargo el destino me preparaba una nueva sorpresa.

En diferentes ocasiones, al acostarme podía ver los tendederos de ropa desocupados y al despertar por la mañana había ropa tendida, no me había puesto a reflexionar lo que podía estar pasando, pero al hacerlo me surgieron una serie de interrogantes ¿La señora Silvia entra cuando estoy dormido? ¿Me habrá visto en calzones cuando no me pongo la sábana para dormir? ¿Si necesita tender por que no lo hace cuando estoy despierto?. Para encontrar la respuesta, decidí un día mantenerme despierto simulando dormir, me cubrí con la sábana acostado boca arriba pendiente de cualquier ruido que indicara que ella se aproximaba. La imaginación provocaba que mi respiración se acelerara mezclándose con el nerviosismo. Confirmaría que ella a propósito tendía la ropa a esa hora para verme semidesnudo y en su caso justificar su presencia en caso de que yo despertara.

El momento llegó, cerré los ojos, después de unos instantes suponiendo que ella se ocupaba de tender la ropa, los entre abrí y efectivamente tendía la ropa, sin embargo llevaba puesto un camisón corto y transparente, podía ver su cuerpo desnudo casi en su totalidad, excepto porque llevaba puesta una pequeña pantaleta. Aunque sinceramente no tenía un cuerpo muy esbelto y tampoco una cara muy atractiva. Sin embargo, a mi edad y después de aproximadamente un año de mi primer contacto sexual, aunado a que frecuentemente podía ver a las muchachas que se dirigían a la playa sin tener la confianza para acercarme dadas mis vestimentas, la reacción de mi cuerpo no se hizo esperar muy en contra de mi voluntad, preocupado por el momento en que me dirigiera la mirada y se percatara de mi situación, hice un movimiento y emití un murmullo de quien está despertando, abrí bien los ojos y me acomodé de costado en el catre.- Hola, ya lo desperté.- me dijo de forma muy normal.- Sí, no se preocupe, atiné a contestar, haciendo una mueca de sueño y restregándome los ojos, tratando de convencerme a mi mismo que realmente estaba dormido. Mientras continuaba tendiendo la ropa comenzó a platicar, me comentó entre otras cosas que ella era originaria del estado de Hidalgo, que estaba muy enojada con su esposo, porque seguido faltaba a la casa a dormir y aún más decía estar casi segura de que la engañaba con otra mujer. Yo recostado escuchaba sus lamentaciones al tiempo que recordaba las platicas de Don Enrique durante nuestros recorridos por el malecón. No sabía que decir, solo escuchaba y pensaba ¿porque me dice a mi todo esto?, continuaba.- Hay joven si le dijera, cuando llega tarde o al día siguiente de haber faltado todavía se porta grosero conmigo, aunque yo trate de disimular mi enojo y busco estar con él, la mayoría de esas veces me rechaza diciendo que está muy cansado.- Mis respuestas eran cortas y siempre dándole la razón, Terminó de tender la ropa y se sentó a los pies del catre para seguir platicando, de pronto tomó mi tobillo y luego comenzó a hacerme roles con los bellos a la altura de la espinilla de la pierna, cohibido intenté de forma disimulada retirar mi pie, pero ella notó que mi actitud no era muy común, porque me dijo .- ¿Que pasa?, más bien dicho ¿que te paso ? .- Sin darme cuenta ya ella había pasado del usted y del Joven al tu.- le contesté, no, nada me estaba acomodando.- No me refiero a este momento sino antes, y prosiguió, ¿ has tenido una mala experiencia? Y sintiéndome al descubierto le comenté lo sucedido hacia un año. .- No te preocupes no siempre es así, ven te invito un refresco para seguir platicando.- No sabía como actuar, intuía a donde podría llegar toda esta platica, pero sabía o pensaba que tal vez pudiera ser peor si no iba, que tal si ella le decía a su esposo que yo le había faltado al respeto y las cosas se complicaban, no lo pensé más la seguí a la sala donde ella puso música y me ofreció un refresco, si pero acompañado de brandy. Unas tres o cuatro copas más tarde, el turrón estaba roto, le estaba hablando de tu y mi conversación era fluida y mi actitud menos reservada.- oye ¿y que hacemos si llega tu esposo y nos encuentra aquí tomando?.- No lo sé, sería un problema muy serio,.- hizo una pausa.- y continuo, no puedo imaginar que haría, pero lo que sé es que hoy no viene en toda la noche, ¿quieres bailar? .- Bueno haber si me acuerdo le contesté animado, continuamos brindando, bailamos salsa, cumbia y hasta que llegaron las calmaditas, debo aclarar que continuaba “vestida” o desnuda como al principio, por mi parte me había puesto un “pantalón bermuda” de los que antes me había regalado, así que fue algo delicado sin prisas y sucedió en el sofá. .- Después de un buen rato.- ¿Como te sientes?.- Bien ¿y tu? Le respondí con la misma pregunta, Bien también, hizo una pausa y… se lo merecía.- Sabes no me siento muy bien, realmente siento que defraudé la confianza de tu esposo y no está bien.- No, no te sientas así, lo que paso ya paso y yo fui quien te invitó a pasar a la sala, si no hubieras sido tu tal vez pronto hubiera sido con otro, pero yo tenía que desquitarme.- no se si lo dijo para que me sintiera mejor.
Le di un beso y salí de la sala con un sabor de culpabilidad que duró hasta el siguiente miércoles y último de nuestro “idilio”.

Debo decir, que está experiencia aunque no me enorgullece, me ayudó a cobrar seguridad y a ver el sexo sin tantas distorsiones, como hasta hacía poco lo sentía.

Había transcurrido aproximadamente una semana, cuando Don Enrique me dijo muy emocionado.- Necesito un velador en la birriería, pienso que tu puedes quedarte allá a dormir, y le faltó agregar, así no tengo que pagarle a otra persona. No podía negarme, así que me fui con el catre prestado al local, hubo ventajas y desventajas al ya no vivir en la casa. Aun sentía el complejo de culpa y temía que el patrón pudiera en un descuido descubrir las miradas de complicidad con su esposa, por otra parte al cerrar aproximadamente a las 8:00 pm el negocio yo me quedaba dentro y Don Enrique ponía candado por la parte de afuera, así que se terminaron las visitas conjuntas al malecón, pero también mi oportunidad de salir si así lo quería, me acostaba muy temprano y me levantaba más tarde, hasta que se presentaba Don Enrique a abrir y su virtud no era precisamente ser madrugador.

Fue poco tiempo, yo me sentía preso. Después de unas tres semanas seguidas de no poder salir a ningún lado pedí permiso para salir una tarde al cine y Don Enrique me dijo que sí, que llegaba a las tres de la tarde para reemplazarme.
Estaba en la cartelera y de moda la película de Nacidos Para Perder y yo no me la quería perder, El reloj marcó las cuatro de la tarde y el patrón no llegó, se apareció alrededor de las 5 de la tarde, de inmediato lo abordé.- Señor usted me dio permiso para salir hoy en la tarde.- Si no hay problema, contestó, al tiempo que veía hacía el interior de la casuela el resto de comida.- Vete a dar la vuelta.- Me paga algo de lo que me debe, es que pienso comprar algo de ropa.- Sacó unos doscientos pesos y me los dio.- Después te doy el resto.- Llegaré un poco más tarde porque voy a entrar a la segunda función.- Si no te preocupes, te espero para cerrar el negocio.

La película para ese entonces era muy buena, al menos la disfruté mucho, al salir algunos muchachos de mi edad intentaban hacer algunos brincos y descompuestos tiraban golpes imaginarios a sus amigos, otros evidenciaban en sus expresiones el impacto de la trama y veían a sus alrededor un tanto agresivos, asumiendo el papel protagónico. Por mi parte, fui rápidamente a una tienda de ropa compre un pantalón de mezclilla y una camiseta sin mangas con un estampado que al frente tenía dibujada una mamila atravesada por una línea roja.

Me dirigí a la “birriería”, poco antes de llegar pude ver que no había luz, sospechando lo peor. Efectivamente, Don Enrique había cerrado el negocio y me dejaba en la calle, como última opción, quise pensar que seguramente alguna buena razón existía para que no esperara como lo había dicho. Un poco más tarde me encontraba tocando la puerta de su casa, pero unos minutos después comprendí que era inútil. Sin querer recordé un sentimiento similar que cuando me alejé de la casa de mi familia, aunque está vez con menor intensidad. Busque en donde pasar la noche, lo que no fue difícil dado que no era muy exigente.
Al despertar, me acomodé el cabello viéndome en uno de los espejos laterales del viejo carro que había servido cómodamente de dormitorio y esperé frente a la casa de Don Enrique, Sabía que la Sra. Todos los días Salía temprano rumbo al mercado para comprar lo necesario para la comida. No más de diez minutos más tarde ya regresaba cargando dos bolsas repletas, me acerque ayudarle y la saludé de forma normal. Antes de pudiera decir algo le dije, vengo a su esposo me pague lo que me debe y a despedirme.- No te vayas.- dijo con voz triste.-, Discúlpame por no haber salido abrir la puerta, traté de hacerlo pero él no me dejó.-, Se limpió unas lagrimas y entró a su casa, un momento después salió.- Dice mi esposo que vayas por el hielo para el negocio, que haya platican sobre lo que te debe, recibí el dinero para el encargo y algo más para pagar “la pulmonía” así le llamaban a un tipo de transporte de una motocicleta arreglada.

Como a las 12:00 horas llegó de Enrique, no se si aparentando o realmente sentía que no pasaba nada.- Que tal ¿como estás? .- Pues no muy bien, pero no importa, continúe, me encontré a su esposa en la mañana y pienso que ya le dijo que necesito mi dinero porque ya me voy.- Sí , si me dijo, pero no tengo el dinero en este momento, vas a tener que esperar unos días.- Sentí que el estómago me daba un vuelco y me puse realmente enojado.- No Don Enrique, se confunde conmigo, yo no soy el “Rabo”, a mi me paga ahora mismo o me voy a cobrar a mi manera. Era obviamente un reto, que solo esperaba lo contestara para abalanzarme sobre él, pero mi sorpresa fue al ver que se llevó la mano a la bolsa del pantalón sacó su cartera y me pagó.

En la bolsa de plástico que me habían dado un día antes cuando compré ropa, guardé todas mis pertenencias: el pantalón negro, mi chamarra cazadora y mi camisa azul cielo desgastada, los otros pantalones cortos los dejé, me dirigí a la estación de autobuses. Está vez viajaría de forma decente, al menos un tiempo. Además no tenía caso arriesgarme a caminar por ahí, ya que hacía muy poco tiempo de que había visto en el periódico el inolvidable rostro del que alguna vez en vida me obligara a fumar marihuana y sabía que si sus compañeros me descubrían podían desquitarse conmigo.

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