Wednesday, November 09, 2005

Retornando a calle

Retornando a la calle

Durante este corto tiempo, los interminables problemas con mi papá cobraban fuerza, aunque muchas veces intentaba evitarlo, mi poca paciencia, prudencia y tolerancia me vencían, situación que no tardó en explotar, previa discusión de temas religiosos, políticos y sociales, con el plus de haber chocado recientemente una camioneta que mi papá hacía unos meses había comprado. Un 27 de febrero de 1974, recién cumplidos los 17 años, me dirigí a la Avenida Vallejo de la ciudad de México para iniciar con los “raites” (aventones), iría rumbo al norte, haciendo escala en un lugar del estado de Guanajuato donde ya se encontraba el segundo de mis hermanos, claro él en condiciones distintas, se había ido de avanzada a cuidar unas vacas que básicamente mi papá le había dado.

Reflexionando, intentando motivarme escribí lo siguiente:

VIVE

No quieras cambiar el mundo
Criticando los errores
Ve primero tu conducta
Que quizá seas de los peores

Nunca vayas cabizbajo
Simulando honda tristeza
Lucha siempre sin complejos
Y levanta la cabeza

¡Canta si quieres cantar!
¡Llora si quieres llorar!
No voltees a ver al pueblo
Si te va a criticar

Vive siempre en amistad
Resolviendo tus problemas
Liberándote estarás
Y al mundo de tus penas

Fíjate antes un camino
Por el que has de caminar
Y corrige los errores
Porque puedes tropezar

Siempre lucha sin temor
Sin temor a perder o ganar
Si no importa la vida sin amor
Tampoco lo logros sin luchar

Si caes, no dejes arrastrarte
Piensa ¡hay mucho por hacer!
No dudes levántate al instante
Y con coraje proponte a vencer

Si la vez primera te derrota
Y vienen los problemas tras de ti
No huyas cobarde, hazles frente
¿O qué objeto tiene tu existir?

No hay tregua y tú lo sabes
Los problemas siempre existirán
¿Por qué no aprovecharnos de ellos
Y así poder madurar?

Cada peldaño que subas, a cada paso que des
Sentirás tener más fuerza será difícil caer
Difícil caer te digo, pero imposibles no hay
Si eso llegase a ocurrir debes volver a empezar

Busca tu campo de acción
Donde sientas libertad
Así podrás progresar
Pero siempre has de luchar

Los objetivos son muchos
Tantos como hombres hay
Pero uno que es de todos
Se llama felicidad

Confundido, intentando darle sentido a mi existencia, reconociendo el temor de verme fracasado y humillado me acerqué nuevamente a mi amigo el papel y me dije:

QUISIERA NO ENGAÑARME

Quisiera comprender mis sentimientos
Y la borrasca de la vida me lo impide
No quiero confundirme en los caminos
Y a tantas dudas no tengo quien escuche


Voy en el carro de la vida por la pista
La velocidad aumenta a cada paso
La noche es negra la luz un tanto baja
Pero aún conservo el dominio sobre el auto

Quisiera no perderme entre las sombras
De quien lamenta la decisión tomada
Triunfar en la vida por mis obras
Sintiendo paz cuando llegue mi partida

Soy un soldado en la lucha por la vida
Armado de coraje e ilusiones
Orgulloso de no perder una guerrilla
Defendiendo con vehemencia mis ideales

El vestido que me cubre no es nuevo, tampoco viejo
Presenta parches de colores diferentes
Logrados con sudor a través del tiempo
Pincelados por quienes no me han sido indiferentes

Llegué a la casa de Don Pancho, donde mi hermano rentaba un cuartito para dormir.
Un tanto sorprendido escucho la razón de mi visita y la versión de lo acontecido, él sabía como era la relación que yo sostenía con nuestro padre y aunque decía estar de acuerdo conmigo, insistía en que yo debería aguantar la situación - Si quieres hablo con Don Pancho para que te quedes y a lo mejor te da trabajo, anda necesitando un vaquero.- bueno hermano a ver qué dice.

Trabajé unos meses con el tal Don Pancho, después se necesitaba una persona que supervisara la recepción de los materiales de las obras que se llevarían a cabo en el rancho, del cual mi papá y 19 personas más eran los dueños, me apunté y me aceptaron. De esta manera me fui a vivir temporalmente a una casa de campaña de las personas encargadas de perforar el pozo artesiano, las ratas hicieron nido debajo de los costales de papel que teníamos por colchón, haciendo necesario mover la casa de campaña y por mi parte, junto con mi hermano hicimos una casa con pacas de pata de sorgo donde nos quedamos por un tiempo.

El llevar el control de los materiales no representaba mucho trabajo, lo que me permitía reunir un grupo de muchachos y muchachas que vivían en un caserío cercano (tejada) para darles clases básicas de aritmética y español.
Por las tardes, terminada la jornada laboral buscaba a Salvador “Chava”, quien tenía una camioneta en la que visitábamos el pueblo más cercano Santa Cruz de Juventino Rosas, lugar en donde nació el autor del famoso vals “sobre las olas”. Fue en este lugar, donde tuve mi primer relación sexual, resulta que Pedro un muchacho que trabajaba con “Chava” me pidió $30 pesos prestados, comentándome que conocía a unas muchachas en el pueblo que estaban muy bien y que cobraban $30 por un rato, me llamó la atención su plática, le presté el dinero y lo acompañe al lugar.- Espérame, ahora vengo, voy a ver si están.- si pero no te tardes.- le conteste sentándome en la banqueta a esperar. Unos 20 minutos más tarde salió de la casa con cara de satisfacción.- vas tú.- de inmediato me dirigí a la aventura, al traspasar la puerta y entrar al cuarto me encontré a un niño de unos dos años llorando cerca de la estufa, vestía solo una camiseta sucia y sin zapatos, sus las lagrimas se confundían con los mocos. De un segundo cuarto dividido solo por una cortina de sábana vieja salió una señora de más o menos unos treinta años de edad, portaba un sucio vestido floreado color rosa de una tela de moda (terlenca), .- ¿tu también?.- Sí, este si.- contesté titubeante, mientras buscaba con la mirada alguna chica.- pues son treinta pesos.-.-¿con quien?, pregunté nervioso.- pues con quien va a ser, conmigo.- pensé decirle que mejor no, pues la señora no era lo que yo me había imaginado, aparte de fea era regordeta, pero que dirían Pedro y demás conocidos al enterarse que no me había animado, bueno me jugué la última carta .- es que nada más traigo $20 pesos.-.- pues échalos.- contestó al tiempo que se recostaba boca arriba en la vieja cama, abriendo las piernas para dejar ver todo, pues no traía ropa interior..- es que es mi primera vez.- le dije un tanto tímido, lo que le provocó unas buenas carcajadas y agregando.-eso dicen todos.- tomó una revista y se dispuso a hojearla, mientras masticando chicle con la boca abierta me dijo.- bueno apúrate porque a las 7:00 p.m. viene mi marido y no te imaginas lo que puede pasar si te encuentra. Después de unos 5 minutos todo había concluido, salí perturbado del lugar.- ¿que paso, ya?.- pregunto Pedro.- Si ya estuvo le contesté, no atiné siquiera a reclamarle sus mentiras. Pasaría más de un año para superar esta experiencia, gracias a la ayuda que encontré en otra persona que más tarde conocería en el puerto de Mazatlán Sinaloa.

Nuestra presencia en el pueblo no pasaba desapercibida, seguramente el hecho de ser fuereños y presentar rasgos físicos y conducta diferentes, provocaban reacciones en las muchachas que nos halagaban, en contraparte los muchachos nos miraban con recelo y muchas veces retadores.

Los fines de semana por la tarde noche eran de especial intensidad, las y los jóvenes hacían cita en el jardín principal, grupos de 4 a 6 muchachas enlazadas por los brazos giraban alrededor del kiosco de derecha a izquierda, mientras que los hombres en el sentido opuesto buscamos con la mirada alguna respuesta de aceptación, para después acercarnos y .-“te acompaño a dar la vuelta”. Después de las preguntas básicas “como te llamas, estudias o trabajas, en donde vives, etc.” Y unas cuantas vueltas al kiosco, era necesario ser todo un caballero, así que había que encaminarla a su casa, para correr de regreso al jardín a buscar otra amistad, repitiendo la acción las veces que fuera posible.

La prestancia que manifestábamos mi hermano, mi amigo y un servidor no era comprendida por los jóvenes del lugar por lo que confundidos y molestos nos lo hicieron saber. Una ocasión mi primo José de Jesús, “Pepe Chuy” quien se encontraba de visita, y yo nos encontrábamos platicando felizmente frente a la casa de Don Pancho, cuando un grupo de 5 o 6 personas llegaron a agredirnos, pedíamos una explicación de su actitud pero la respuesta fue el “descontón”, nos estaban golpeando, por lo que saque mi navaja y trate de abrir a toda prisa la hoja, se me cayó al suelo mientras recibía tremendo golpe en la cara, mientras que el tipo que me asestara el golpe aprovechaba para recogerla. Decidido puse en practica mi velocidad, corriendo le grité a mi primo “corre me quitaron la navaja”, viendo sobre mi hombro que las tajadas de mi perseguidor cada vez se acercaban a mi espalda. Afortunadamente, llegué a la esquina donde estaba un tiendita de abarrotes propiedad de Don Domingo, a quien un tiempo antes conocimos gracias a que tenía 3 hijas y eran nuestras amigas. La puerta lateral estaba semiabierta, entré, cruce el patio y llegué a la cocina.- ¿Qué pasa?.- Me preguntó Paty, la segunda de las hermanas, .- nos vinieron a golpear unos hijos de… , que no conozco.- le contesté mientras cogí un cuchillo cebollero y me dispuse a salir nuevamente a la calle. Puede ver como un tipo golpeaba en pleno rostro a mi primo con una piedra mientras otro lo sujetaba inmovilizándolo, corrí hacia él para ayudarlo pero nada pude hacer, el tipo lo levantó por encima de su cabeza para lanzarlo a un montón de piedras de río que se encontraban en plena calle, ellos consideraron que su hazaña era suficiente y se fueron. Levanté en brazos a mi primo casi inconsciente, lo llevé a la casa de Don Domingo para curarlo, las amigas le limpiaron la sangre y una vez que mostró cierta recuperación le dije que iría al rancho por ayuda.

Algunos trabajadores y “chava”, estaban en el pozo del casco de la hacienda, esperaban que mi hermano saliera del pozo con la tapa del motor que se había caído.- ¿Qué pasó?, me preguntó Salvador .- Unos tipos nos golpearon a la mala a mi primo y a mi en el pueblo…, le contesté mientras que mi hermano estaba saliendo del pozo,.- préstame la pistola para ir a “verlos”.- No, como crees pueden cometer una tarugada.- no le contesté, me dirigí a mi hermano quien tenía el rostro desencajado por el coraje, antes de que le comentara algo me dijo –vamos.- . Corrimos hacia la carretera rural, camino al pueblo nos alcanzó el camión y nos subimos, íbamos haciendo conjeturas mientras llegábamos, queríamos entender el porque nos habían agredido. Llegamos a la casa donde mi primo reposaba en una silla en el patio con la cara deforme.- ¿como te sientes? Preguntó mi hermano Ignacio, .- Todavía un poco mareado.- contestó. Bueno pues vamos a arreglar este asunto, dijo mi hermano. Nos dirigimos a buscar a los malhechores, llegamos a la “calle honda” a un costado del mercado, caminamos hacia el jardín y justamente estando frente a la iglesia del pueblo observamos un grupo de personas frente a una refaccionaria, al otro lado del jardín en el portal, previamente en el camino habíamos guardado unas piedras en las bolsas del pantalón, que por cierto había muchas ya que las calles eran de empedrado. Atravesamos el jardín corriendo y algunos de los tipos reunidos pudieron darse cuenta que se trataba de sus victimas recientes por lo que intentaron huir, pero no lo lograron por lo que entraron a la refaccionaria y se armaron de llaves de cruz algunos con desatornilladores y demás herramientas, afortunadamente la sorpresa no les permitió actuar, tal vez al ver los bultos en las bolsas creyeron que íbamos armados con pistola, porque su reacción fue .- cálmense vamos hablar.- ¿que ustedes nos dejaron hablar antes de golpearnos?, y agregué nos van a regresar las navajas que nos quitaron.- pues resulta que a mi primo también lo habían desarmado.
.-Nos vamos a desquitar, dijo mi hermano, “escojan quien se va a dar conmigo” y yo le hice segunda, me dirigí al tipo que horas antes me golpeó, después supe le decían “el potrillo” y que era un hombre casado.- ahora si hijo de… vamos a ver que tan valiente eres tu y yo solos.- espérate ahí está la patrulla, dijo uno de sus amigos, nada más está esperando que se arme la bronca para llevarnos, agregó. Ellos pusieron las reglas el pleito sería a la una de la tarde en el campo de fut-bol que estaba a un costado de la secundaria, “a mano limpia” es decir básicamente no se permitían las patadas ni golpear en el suelo.

Una vez acordado “el duelo”, regresamos a la casa de nuestras amigas pedimos una cerveza y mientras calmábamos la sed física, la de venganza crecía, comentamos nuestra estrategia, pelearíamos solo los hermanos pues el primo no podía por sus condiciones. El tipo que le tocó a mi hermano lo superaba fácilmente con más de 20 centímetros de estatura y unos 20 kilos de peso, por lo que el plan era que primero me peleara yo con mi rival, un tipo aunque unos 8 ó 9 años más grande de edad, era de mi estatura y peso, con el fin de que una vez terminado con él, poder descansar mientras mi hermano peleaba, para que si le iba mal a mi hermano yo pudiera retarlo a continuar conmigo. Hicimos el pacto, “vamos a darles hasta el cansancio o les damos o nos tendrán que recoger en el campo de fut-bol.

Salimos decididos, caminábamos a media calle acompañados del primo, escena propia de una película de vaqueros, algunas personas enteradas del asunto se asomaban a la ventana otras en sus puertas nos veían pasar mientras algo murmuraban, el recorrido era de varias cuadras, la adrenalina corría en buenas cantidades.

Poco antes de llegar al lugar, veíamos como nos rebasaba un camión de redilas lleno de gente joven, algunos en motocicletas y otros en bicicleta. El campo estaba listo, había una gran convocatoria. Dirigiéndose al grupo donde se cobijaban nuestros rivales mi hermano en son de broma les dijo.- nos hubieran dado un “raite” ahora nos van a agarrar cansados, cuando termine esto hay nos avientan al centro del pueblo para ver si nos reconocen.- el comentario provocó algunas risillas entre los presentes.

Uno de los acompañantes decidió coordinar las acciones.- a ver nadie debe rebasar la línea de banda del campo, únicamente los que van a pelear pueden estar dentro, nadie se va a meter y el pleito va a ser a mano limpia.- órale que empiece gritaban algunos espectadores, sobra decir de quienes eran seguidores. Cuando me acerqué al “potrillo”, para dirigirnos al centro del campo.- espéreme tengo que ir al baño.- y se retiró, mientras la muchedumbre exigía acción. Los planes cambiaban, inició mi hermano, después de dar y recibir algunos golpes mi hermano sangraba de la nariz, los presentes estaban eufóricos y yo un tanto preocupado, un instante después un derechazo y el silencio incomodo, solo se escuchaba repetidamente.-no veo, no veo.- mientras intentaba incorporarse.- mi hermano permanecía en guardia, esperando se recuperara para propiciarle unos golpes más, entraron al campo unos de sus amigos lo ayudaron a salir del campo mientras mi hermano le decía.- si quieres le seguimos después que te recuperes.-

Los que siguen decían algunos presentes, mi contrincante estaba listo, nos dirigimos al centro del campo e iniciamos, unos 15 minutos más tarde todo terminaba entraban a suspender el pleito sus amigos.- ya estuvo.- cuando quieras te doy la revancha.- cual revancha si no estoy pend… , mejor te invito un cigarro y hay muere.- Nos dimos la mano y nos invitaron a subir al camión en el que habían llegado, llegamos a la cruz roja para que le limpiaran y cosieran el parpado y le vendaran el tórax pues resultó con unas costillas sumidas.

Por esos días conocí a María de Jesús Guerrero, prima de las hijas de Don Domingo, una muchachita de 16 años bajita de estatura, tez apiñonada, cabello castaño a media espalda, figura muy estética, ingenua y tímida. Después de unas 10 vueltas al Kiosco del jardín y más o menos un cuarto de saliva nos hicimos novios. Estudiaba el 3er grado de en la secundaria casualmente “Pérez Campos”, que se encontraba a la orilla del pueblo, lugar al que acudía todas las tardes a su salida para acompañarla de regreso a casa y algunas veces a los portales a tomar un café mientras pronunciaba mi monólogo con respuestas cortas o simplemente monosílabos de su parte, pero eso sí, miradas que yo interpretaba me decían me gustas, te quiero y otros piropos, que por pena no me atrevo a describir, porque pudieran llegar a pensar que soy un poco presumido.
La necesidad de afecto ayudó para que pronto me encariñara de “Jesusa”, lo que no fue bien visto por algunos lugareños quienes no tardaron en manifestarse, el primero fue un muchacho de apellido Canchola, que según algunos comentarios era un tipo muy agresivo usaba navaja y practicaba el box. Camino a la escuela me encontré con varios muchachos, yo silbaba una melodía al cruzar uno de ellos me dijo.- que bien chiflas.- en tono agresivo y retador, mientras que sus acompañantes me rodeaban. .- y no me has oído los domingos chiflo mejor.- le dije, él empezó a ofenderme a su máxima capacidad, retándome a pelear.- Sí te voy hacer el gusto, pero llevas ventaja con tus amigos, vengo después por ti a la escuela.-. La suerte me acompañó, porque me pude retirar sin mayor problema.

Al día siguiente, me hice acompañar por mi hermano y el “chaparro” un amigo que vivía en un caserío cercano al rancho de nombre Tejada. Entramos a la escuela, nadie lo objetó, esperamos unos minutos sentados en una banca de concreto y por la escalera que daba al segundo piso bajaba Canchola, mi contrincante. Al verme se quitó la camisa y se dirigió a la salida invitándome a seguirlo, “Jesusa” que estaba enterada me tomaba del brazo.- no te pelees es una persona muy mala.- me decía llorando,.- no te preocupes espérame vengo por ti.

Fue un pleito rápido, no hubo reglas permitiéndome usar pies y cabeza, más pronto de lo que me imaginé le había proporcionado una buena y merecida golpiza. Regresé triunfante con “Jesusa” y acompañados por mi hermano y el Chaparro nos retiramos para dejar a mi novia en su casa.

El estatus de pleitista se elevó de forma exponencial, lo que de ninguna manera me hacía gracia, ya que muy frecuentemente tenía que refrendar esta posición, pues no faltaba quien quisiera medirse a golpes conmigo.

Sin embargo, el destino pronto me mostraría un nuevo rumbo, la casa en el rancho ya era habitable, llegó la mudanza de casa y con ella mis papás y demás hermanos. Reanudándose las interminables pláticas y discusiones con mi papá, pues él sentía la obligación de convencerme de sus ideales.

Debo decir que mi papá además de ser conservador simpatizaba con ideales de ultra derecha y todo sustentado básicamente en la religión católica. Por mi parte, la gran euforia que causaron por ese entonces el Che Guevara, Genaro Vázquez y otros líderes sociales, me hacían pensar en que debería existir un mayor equilibrio en la sociedad y sus riquezas.

Unos días fueron suficientes para continuar con mi camino ya que continuaba fuera de casa, esta vez la chispa que detonó la pólvora fue un regaño supuestamente por haber machucado unas cubetas con la camioneta, lo cual no acepté y más aún lo consideré injusto ya que no sucedió.

.-Prefiero perder a uno que perder a todos.- dijo.- pues yo seguiré influenciando a mis hermanos, le contesté con seguridad y coraje pero también con un gran sentimiento.

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