Thursday, November 17, 2005

Regresando de Mazatlán

En el autobús conocí a dos muchachas, una vez conversado un rato me enteré que comercializaban con figuras de plástico que después eran rellenas de dulce, se mostraban muy interesadas en mi plática, al menos así lo sentía, al grado de imaginar que pudiera llegar a algo más está nueva relación de amistad.
Al llegar a Guadalajara, les ayudé a bajar sus grandes bolsas que viajaban en la parte de las maletas del autobús, caminamos un poco y las invité a comer. Durante la comida me comentaron que eran hermanas, lo que realmente no me parecía ni tampoco me agradó, pero en fin, me agradecieron con un beso en la mejilla una vez terminado de comer se fueron.

¡Semejante tonto!, me dije, ya me gasté el poco dinero que traía y sin ninguna ventaja, bueno pues, a regresar a mi anterior y muy conocido medio de transporte. Día y medio más tarde estaba nuevamente en la ciudad de México.

Fui directamente a la tienda de abarrotes del tío al que alguna vez le había prestado dinero, mi estómago reclamaba algo de alimento, ya que durante mi regreso de Mazatlán el último había sido el compartido con las compañeras de viaje que se quedaran en Guadalajara.

Entre a la tienda, mi tío estaba ocupado atendiendo a los repartidores de refresco, esperé a que terminara.- ¿Que tal tío como está?, lo saludé cordialmente.- bien “mi´jo”, gracias, ¿como te ha ido?, - No muy bien, vengo de Mazatlán pero las cosas no están muy bien por allá, vengo a ver si me hace el favor de prestarme unos $ 50 pesos y después se los pago.- Como ves acabo de pagar el refresco y no tengo dinero, no puedo prestarte. Ese momento fue algo muy incómodo, sentimientos de tristeza, coraje y humillación se apoderaron de mí.- Gracias hay nos vemos.- solo pude decir y me salí de inmediato.

Aproximadamente a 100 metros se encontraba la que alguna vez fuera mi casa, misma que supe mi Papá cambiara por vacas antes de viajar a Guanajuato. Me senté en la banqueta, recordaba una y otra vez como pesadilla la acción apenas vivida y también cuando sin mayor problema yo le había hecho un préstamo mucho más elevado a este tío. En esto estaba, cuando se acercó a mi un muchacho con vestimenta descuidada y pelo enmarañado.-¡Hola donde has estado!, se trataba de Romualdo Martínez, aquel muchacho que hacía tiempo me encontrara en el seminario, con el que habíamos recordado momentos de nuestra incursión en la primaria.

Después de platicarle mi estancia en Mazatlán y comentarle lo que recién había pasado con mi tío, me sorprendió y más aún logro que unas lagrimas se asomaran por mis ojos.- No te preocupes, he estado trabajando durante casi un año y tengo ahorrados setecientos pesos; si te sirven de algo te los regalo.- ¡No!, no necesito tanto, pero si me puedes prestar doscientos te lo agradezco.- Vamos a la casa para que te los dé y si quieres hablo con mi mamá para que te deje quedar en la casa.

Fui recibido amablemente, la señora de tez morena, baja estatura y cabello entrecano, realmente mostraba una mirada de bondad, una vez que Romualdo le dijo del plan, comentó .-Claro que puedes quedarte con los muchachos.- agregó bajando un poco la mirada - Nosotros somos muy pobres y es necesario que si vives aquí nos ayudes con un poco de dinero para la comida.- Muchas gracias señora y claro que si, en cuanto tenga trabajo yo le doy el dinero que usted considere.- Mira con unos cien pesos semanales creo que estará bien.

La casa era muy humilde en lo material pero muy rica en lo espiritual, contaba con algunos cuartos techados con lámina de cartón, las paredes sin aplanar blanqueadas con cal y unas cuantas de imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen de Guadalupe. Estas habitaciones eran ocupadas por la señora y sus tres hijas

El cuarto de “los muchachos” era un poco más rústico, de más o menos 3 mts. De ancho por 3mts. De largo, las paredes de lámina de hierro, la puerta de tablas viejas. Había una cama donde se dormían dos de los hermanos de Romualdo, Vicente y Modesto, mi amigo y yo dormíamos en el piso acompañados de un perro pastor alemán.

Al día siguiente, Romualdo me comentó sobre el lugar en donde trabajaba y me ofreció hablar con el dueño si me interesaba trabajar. .- ¡Claro que sí!,.- agregando, hoy mismo si es posible..- Lo acompañe al trabajo y me presentó a José, quien era el dueño de un taller clandestino donde se tejían básicamente pantalones para niño en máquinas semi- industriales. José me dijo que si quería podría trabajar en el turno de la noche, que por lo pronto debería aprender a manejar la máquina sus cerrojos y llaves así como el carrito transportador. De inmediato corrí a la papelería más cercana y compré un cuaderno de 50 hojas y un bolígrafo, tomé nota de cada paso mientras que Romualdo me explicaba, resultando un buen alumno ya que al tercer día me encontraba trabajando.

El origen del ingreso económico de la familia era con base en la elaboración de pasta para chicharrones de harina. Muy temprano prendían los quemadores de gas sobre los que colocaban tambos de lámina de 200 litros, una vez que el agua hervía vertían la harina. Después de hervir durante un buen rato, comenzaban a embarrar unas láminas previamente embarradas de aceite, para colocarlas sobre una maya de alambre tendida en el patio para que con los rayos del sol se secara la masa. Como imaginan los ingresos eran bajos.

El domingo siguiente de mi inclusión en la familia; me presenté temprano con la señora, le entregué el dinero acordado y le pagué la mitad del préstamo a Rotulado. El día me pareció mucho más bonito que los últimamente vividos. .-
Siéntense a almorzar.- con una voz amable dijo la señora. Unos ricos frijoles con chile y salsa de huevo y un jarro de café; y lo mejor con mucho amor. Cabe hacer notar, que la inclusión del huevo en la dieta solo era los domingos o días especiales, este detalle lo pude observar con los días.

Me esforzaba por hacer el mayor número de pantaloncitos, me pagaban por destajo y necesitaba ganar más dinero.

Uno de esos días, sintiéndome muy animado llegué al trabajo, una muchacha que se encargaba de unir las piezas, (costurera), me dijo .- puedes acompañarme a la parada del camión porque ya se me hizo tarde y me da miedo ir sola.- Sí como no.-, dije automáticamente, pensando vanidosamente para mis adentros; de seguro le gusto. La acompañé a la esquina esperamos que llegará su camión y se fue. Aparentemente sin mayor trascendencia, aunque más tarde sabría de ella en otras condiciones.

Los meses que estuve cobijado en esta familia me ayudaron a recapacitar y valorar muchas cosas, principalmente entre el ser y el tener, Sentía la necesidad de alimentarme de información pero también de lograr una posición económica más desahogada.

Pronto me acostumbré a trabajar en el turno nocturno, dormía unas horas y tenía tiempo para otras actividades mientras se aproximaban las 10:00 pm. Que era la hora de entrada al trabajo.


Aprovechaba para leer cualquier libro o revista que estuviera a mi alcance. En ocasiones mañosamente iba a algún centro comercial, me dirigía al área de los libros y leía por un buen rato, cuando me disponía a salir del lugar doblaba la hoja y escondía el libro atrás de otros de temas distintos, asegurando encontrarlo la próxima ocasión.

Un lunes por la mañana regresaba de trabajar, y al entrar al cuarto había muchas manchas de sangre, en el piso las sábanas y embarrada en las láminas que hacían de paredes, salí a preguntar que había pasado. .- El perro mordió a Modesto.- me dijo Vicente el mayor de los hermanos.- lo llevaron al hospital.- ¿Cómo fue? Le pregunté con preocupación por la gran cantidad de sangre que antes había visto.- Ya ves que el perro desde que lo regresaron del antirrábico ha estado enfermo, resulta que ayer Romualdo llegó borracho y olvidó darle la medicina al perro, Modesto le quiso dar la pastilla y el perro lo atacó, Romualdo entre su borrachera no podía quitarlo y lo hirio muy feo, le mordió manos y piernas.- ¡Que barbaridad! Habrá que matar al perro dije con indignación, si quieren yo me encargo.- No, yo no creo que sea necesario y pienso que mis hermanos tampoco.- Recordé que podría haber sido yo, porque seguido a mi me tocaba inyectarlo.
Modesto se recuperó y seguramente las cicatrices las llevará por el resto de sus días, el destino del perro finalmente fue el que yo había propuesto, aunque unos meses más tarde, después de que agrediera a un señor al cual poco faltó para que lo matara y que una vez recuperado se hizo justicia utilizando un machete.

El dinero que ganaba no me parecía suficiente, sabía que mi meta aún estaba muy lejos pero primero tenía que subsistir.
La costumbre y necesidad de escribir continuaban así que por estos días recapacitaba.


RECAPACITA

Detente... recapacita, te invito a recordar
a revivir esos momentos del pasado
cierra los ojos y sin soñar
ve los caminos que has andado

Quita los velos que te impiden
mirar tus risas y tus llantos
ve en tu interior y haz que vibren
con toda pasión tus sentimientos

Piensa... medita si tus metas has logrado
y te han brindado la felicidad
si has vivido o vegetado
si has sido honesto con la humanidad

Si de las caídas te has recuperado
si la conciencia tu pasado no reclama
y no has dejado al viento tu destino
si sientes ya encontraste paz en el alma

Si alguna vez te has enamorado
Escuchando del corazón su palpitar
piensa si en el amor te has realizado
si no fuera así vuelve a soñar.


Un día llegó a la casa una señora, “negrita” mejor dicho mulata, con sus dos hijitas, supe que las habían desalojado de su vivienda por no haber tenido dinero para pagar la renta. La mamá de mi amigo le ofreció ocuparan un cuartito para vivir. Gracias a que los sábados me presentaba en los lavaderos a lavar mi ropa, no fue difícil entablar conversación con la recién llegada; ya que compartíamos lavaderos y tendederos. Pronto supe de su historia poco común. Siendo originaria de Belice, hacía unos años se había casado con un pescador quien era el padre de sus dos hijas; y a su decir, un hombre fuerte y atractivo físicamente; pero muy pobre y con pocas ambiciones, lo que a ella, siendo una mujer universitaria preparada la tenía muy inconforme. Una hermana que vivía en Estados Unidos la invitó, aproximadamente año y medio antes, a pasar un tiempo con en su casa; aceptando feliz, pues iría a un país hasta ese entonces para ella desconocido y con la ilusión de encontrar una oportunidad para vivir mejor. Su hermana y cuñado la recibieron muy contentos y así vivió por unos meses. Sin embargo, la alegría mostrada en principio por su cuñado, según me comentaba, se transformó en deseo carnal y muy frecuentemente la buscaba, aprovechando que su hermana no se diera cuenta para molestarla, tocándole las nalgas o piernas e insistiendo con miradas morbosas. .- “Geraro”.- me decía ya que no podía pronunciar bien mi nombre.- No quería dejar de vivir allí, pronto me acostumbre a que no les faltaba nada a mis hijas ni a mi, por eso no le dije a mi hermana, no quería causarle problemas, Creí que no iba a pasar de esos momentos incómodos. Pero un día que mi hermana no estaba en casa, él aprovecho para acercarse e insistió con palabras y caricias que no me pude detener. .- ¿Entonces el fue quien te embarazó? Le pregunte, intentando que mis palabras no sonaran a enjuiciamiento.- Sí, el hijo que llevo en mi vientre es de ese maldito,.- y continúo.-Cuando le dije sobre mi embarazo me pidió que me viniera a México; lo que evitaría que mi hermana se enterara..- “No te va hacer falta nada, te voy a mandar dinero suficiente para que vivas con tus hijos.- Al principio me dio un buen dinero, renté un departamento en una zona residencial aquí en México, pero ya no me mandó más dinero y es como llegué a está colonia, sin dinero, embarazada y con dos niñas que mantener, “Geraro” si puedes consigue un trabajo para mi.-

No lo había dicho, se trataba de una señora alta con rasgos físicos de la raza negra pero con una cara de facciones combinadas y nada desagradables resaltando sus grandes ojos. Su embarazo ya era del alrededor de los 7 meses y evidentemente notorio, lo que hacía más difícil que la aceptaran en algún empleo.

Alguna vez, motivado por un sentimiento humanitario; al saber que poco tenían ella y sus niñas para comer, toque a su cuarto para darle $50:00 pesos. Lo que no imaginé es que sería un momento muy bochornoso. Ella al tomarlos comenzó a llorar en silencio y limpiando sus lagrimas.- “Geraro”, tu puedes darme dinero y yo no tengo como pagarte, pero si quieres tu puedes estar conmigo.- No, no es por eso que te doy dinero.- antes de que continuara, ella siguió.- Mira no soy fea.- dijo alzando su vestido para enseñarme las piernas.- Ella seguía llorando yo la abrace y le dije.- Yo se lo que es tener hambre y no tener que comer, pero no he sentido el tener hijos; verlos llorar y no poder alimentarlos. Ella agradeció mi gesto, yo le dije que cuando pudiera ayudarle lo haría sin ninguna otra intención ni compromiso y salí del cuarto apesumbrado.

Mi cercanía con está mujer, motivó a comentarios chuscos y mal intencionados,.- “De seguro el niño va a ser güerito”, a lo que trataba de no darle mayor importancia. Unos meses después nació el bebé, igual de morenito que su mamá y según supe también su papá era de raza negra.

Por esas fechas había decidido irme a vivir a otro lado, quería salir de ese ambiente, pensaba en salir adelante y de esa forma no lo lograría, hablé con la mamá de mi amigo le di las más sentidas gracias a ella a mi amigo y a la familia en general.

Llegué nuevamente a la colonia San Felipe de Jesús, renté un pequeño espacio debajo de un edificio de departamentos, lo amueblé con un catre, una bicicleta que utilizaba para ir al trabajo, unas cajas de cartón con ropa, una parrilla eléctrica muy modesta y una pequeña máquina de escribir.

Debo decir que el espacio realmente era pequeño pues se trataba de un baño sin terminar, tenía la tasa para sentarse aunque carecía de la caja de agua.

Al poco tiempo de vivir en este lugar me visitó Romualdo, llevaba nuevas noticias y por cierto nada gratas, me contó que la negrita había sido deportada del país, que aparentemente una señora la había denunciado por celos..- Hubieras visto, me dijo, .- la sacaron de la casa como si fuera una delincuente común, no les importó que fuera cargando a su bebé; la empujaban y jaloneaban y sus niñas iban llorando agarradas de la falda de su vestido, la subieron a una camioneta y se la llevaron.

Rotulado, Vicente y yo seguíamos viéndonos con mucha frecuencia dado que jugábamos los domingos en el equipo de fut-bol “calpulalpan”, que a decir verdad destacábamos en nuestras posiciones.

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