Tuesday, February 21, 2006

Sólo Un...Despertando (9a. Parte)

Carlos sabía que le costaría trabajo recuperar la autoridad y confianza, que alguna vez tuviera dentro de la familia, pero estaba convencido de lograrlo.

Escucho que abrían la puerta de entrada a la casa, luego las voces en tono de murmullos de sus papás, desde la parte superior de la escalera- ¿Cómo les fue?- Bien hijo, la película estuvo muy buena- Oye hijo, tu mamá y yo veníamos comentando que estás perdiendo algunas clases, ¿has pensado algo al respecto?- Sí, ya hablé con un compañero y me va hacer el favor de pasarme los apuntes, aunque espero poder regresar a la escuela pronto-Don Carlos, subía la escalera- Hijo sin el afán de que te molestes quiero hacerte una pregunta- Le echó el brazo en los hombros en señal de afecto y entraron al cuarto- ¿Sí papá dime?- ¿Que has pensado con respecto al grupo de amigos que frecuentas?- Pues hablaré con ellos, les voy a decir cuales son ahora mis objetivos, quizá algunos estén de acuerdo conmigo, los que no, pues ni hablar, lo único será respetar sus decisiones y exigir respeten las mías. –Al principio tal vez no resulte fácil- No te preocupes papá, ahora estoy más firme que nunca, espero pronto poder demostrarlo.- Yo se que así será hijo, que descases-

Don Carlos, abrió con mucho cuidado la puerta del cuarto de Arturo, no quería, en todo caso, despertarlo- Arturo, emocionado por la película que recién terminaba de ver, se sintió sorprendido, ¡el cartucho estaba sobre el buró de su cama! y una revista a medio meter en el cajón- Don Carlos se dio cuenta, pero no consideró prudente tocar el tema en ese momento, se acercó a Arturo que yacía acostado, forzando con la mano a que su miembro hiciera lo mismo, estaba prácticamente “paralizado” por la sorpresa- Buenas noches hijo, y le dio el beso- Buenas noches papá-



Lupita ya había acudido al cuarto de Mary -Don Carlos entró a la habitación- Mi amor, encontré a Arturo haciendo “casita de campaña” con las cobijas, mañana sin falta voy a comprarle un libro sobre sexología- Es normal, seguramente ya tiene tiempo de haber iniciado, no creo que apenas- No, claro, pero sucede que tenía una revista pornográfica en su buró y rentó una película del mismo género, cosa que no me “espanta”, pero tampoco me gustaría que se pudiera confundir- ¡Le dijiste algo!- No, desde luego que no, hice como que no vi nada y pensé que no era el mejor momento- Que bueno, porque seguramente lo hubieras apenado mucho-

Unas semanas y la salud de Carlos había mejorado mucho, ese día regresaría a la escuela, sentía vértigo en el estómago por la emoción, esa sensación que casi olvidaba, ahora se hacía presente al pensar en todo lo que significaba el cambio, “Le voy a echar todas las ganas”.

Dado su estado de salud, Don Carlos llevó a Carlos a la universidad, Arturo y Mary se irían en autobús.

¡Apúrate hermana!, que se nos hace tarde, - Ya voy Arturo, estoy terminando de arreglarme- Con cierta frecuencia, Mary tardaba un poco más que Arturo en arreglarse, lo que siempre estaba presto a criticar-

En la parada de autobuses, parecía que no iban juntos, Mary molesta y Arturo también- El autobús estaba repleto, parecía una lata de sardinas, Mary entre empujones se fue poco a poco abriendo paso internándose por el pasillo hasta más allá de la mitad del autobús, Arturo prefirió quedar cerca de la puerta delantera.

Unos minutos y - ¿Qué te pasa estúpido?- Se escucho el grito en todo el autobús- Arturo reconoció el insulto y tono de inmediato- ¿Que pasó Mary?- Este idiota que se viene pasando de listo- Arturo, recargándose en la gente y entre empujones logró acercarse a su hermana- ¿Quién fue?- Ese tonto, de las gafas, que viene molestando desde hace rato -Dijo al tiempo que señalaba a un tipo moreno, alto y con cara de pocos amigos- Arturo, sin pedir alguna explicación le tiró un golpe en pleno rostro, sorprendiendo al “inquieto” pasajero- Las gafas volaron evidenciando los enrojecidos ojos del temperamental tipo. Arturo sabía que debería completar lo ya iniciado, sin darle tiempo para que se recuperara, le asentó en medio de las piernas una fuerte patada, no fue necesario más. Con la algarabía de la gente el chofer había detenido el autobús; y el tipo bajó lo más pronto que pudo, no sin un poco de ayuda por parte de Arturo, que le propinó un último empujón con la planta del zapato en el trasero.

Me espanté mucho -Por eso te he dicho, que cuando vayamos en transporte público no te separes- Un tanto molesto le dijo Arturo- Lo que pasa es que estaba enojada, ya sabes porque-

Por su parte, Carlos era objeto de críticas de todo tipo de parte de sus compañeros, algunos inclusive lo hacían responsable de la muerte de Pedro-
¿Oye que fuiste el culpable de que se matara Pedro?, preguntó Silvia, una de las amiguitas de juerga- No, para nada él iba manejando-

No te hagas…, dice Ramiro que te pusiste mal y por eso Pedro tuvo que meterle la pata al acelerador, dice que tú tuviste la culpa.

Ramiro quien saliera menos afectado en el accidente, había regresado dos semanas antes, teniendo la oportunidad de extender sus comentarios, adecuando su versión-

Pues sí, me puse mal, ¿pero ya sabes porque?- No ¿porqué?- Luego te digo, ¿a propósito no has visto a Ramiro?- Si, hace rato estaba sentadito en la cafetería, porque igual que tú anda en cuatro patas- Dijo bromeando Silvia-

¡Un resucitado!, exclamó Ramiro aparentando susto- Aunque no lo creas, volví a nacer- ¡Si guey estuvo fuerte!, es lo que les digo a los cómpas (compañeros)- Pero creo que también les has dicho otras cosas ¿no?- ¿Que cosas?, ¿a que “cosas” te refieres mi Carlitos – Me refiero a que andas divulgando que yo soy el culpable de que Pedro se “quebrara” (muriera)- Bueno, bueno, no tanto así, pero les dije que te pusiste mal y por eso salimos como de rayo- Mira, Ramiro, te pido por favor que no hagas ese tipo de comentarios, no se que madres (cosa) pusieron en mi copa, pero se pasaron de listos, tu sabes que ese fue el origen de todo, yo no quiero decir nada, pero no quiero que sigas diciendo que fue mi culpa- Pero no te enojes mi Carlos, ya paso ¿no?, apúrate a curarte para salir a brindar por el buen Pedrín (Pedro)- Mira Ramiro, para mi se acabó, ya no pienso salir de farra, he decidido cambiar…-Luego de terminar de comentarle sus nuevos propósitos- Así que si gustas, te invito a echarle ganas- No, pues si que te afectó el golpe, ahora resulta que serás un santito- No, no es eso, pero si no estás de acuerdo conmigo tampoco hay bronca (problema), lo único que te pido es respeto y claro te ofrezco lo mismo- Como quieras, para mi está bien, total más viejas y vino sobran-

Don Carlos de acuerdo con lo planeado, al salir de la oficina, pasó por Carlos a la escuela. Camino a casa; Carlos le comentó los detalles de su reingreso a clases- Oye hijo, ¿el tal Ramiro puede ser peligroso como enemigo?- Sólo no; y sabe que conmigo no puede, pero acompañado ya sabes, se puede dar valor, sin embargo, mientras yo no divulgue lo de la droga; no creo que se meta conmigo - Pues debes tener mucho cuidado, no lo pierdas de vista- Desde luego papá, no te preocupes-

Hubieras visto mamá, Arturo le pegó y ni siquiera metió la manos- ¿Qué paso?, ¿A quien le pegó tu hermano? Preguntó Don Carlos que en ese momento entraba a la casa, acompañado de Carlos -A un tipo se me iba pegando en el autobús y que luego quiso meterme la mano, yo grité y Arturo… -Ya ven lo que puede pasar por ir haciendo corajitos tontos- dijo Don Carlos, mostrando enojo- No quiero que se vuelva a repetir el que salgan enojados y por aparte, si necesitas más tiempo para arreglarte levántate más temprano- Sí papá, está bien- Contestó apenada.

El resto de la tarde transcurrió sin mayor incidente que comentar, Arturo hacía unos ejercicios de álgebra, Carlos estudiaba algunos apuntes que le prestaran y Mary lavaba su ropa, aprovechando que tenía pocas tareas.

Al día siguiente, comenzaba la rutina, Lupita ofrecía de desayunar, Mary de acuerdo a la recomendación de su papá, se levantó media hora antes y esperaba a Arturo, que por primera vez sentía algo de presión. Don Carlos y Carlos salieron igual que él día anterior-

Gracias a que iban unos minutos más temprano, Mary y Arturo decidieron dejar pasar el primer autobús ya que iba completamente lleno. -Mary se prensó del brazo de su hermano, sintiéndose protegida- Llegó en un instante el siguiente transporte y lo abordaron, no iba vació, pero sí menos apretado que el anterior- ¡Ya viste quien está al fondo!- Arturo volteó y de inmediato reconoció al tipo- Disimula, no demuestres que lo conoces a lo mejor en no nos reconoce -Le dijo prácticamente al oído -Arturo iba viéndolo de reojo, pero no podía estar seguro que el tipo los veía a ellos, las gafas obscuras que portaba no lo permitían - Se quedaron cerca de la puerta delantera- Sí vemos que viene hacia acá, pedimos al chofer que nos baje -Dijo, Mary, mostrando su nerviosismo -De todos modos, voy a tocar el timbre, mejor abordamos otro autobús- Arturo por un instante perdió de vista al sujeto para tocar el timbre – ¡Ahí viene Aturo!, dijo con un grito apagado- El tipo se desplazaba entre la gente, cogiendo con la izquierda el pasamanos y en la derecha ocultando algo bajo la chamarra –La angustia crecía al ver que la distancia se acortaba, explotando en un grito Mary, al ver brillar la hoja de una navaja bajo la chamarra del malencarado- ¡Bajan chofer!, pare por favor- Ante el inesperado grito, el chofer instintivamente frenó, haciendo que las personas que venían de píe perdieran el equilibrio, algunas al punto de caer, incluyendo al tipo de la navaja- Instante que aprovecharon para saltar directamente a la calle, evitando la escalerilla del autobús. Corrieron unos metros, Arturo volteo hacia atrás, viendo que no los seguían esperaron el próximo transporte.

Al estar en casa, reunidos como de costumbre en la mesa del comedor, Arturo y Mary comentaron lo sucedido- Don Carlos decidió que a partir del día siguiente se levantaría un poco más temprano para llevarlos a la escuela, al menos durante algunos días –No es necesario, si gustas mejor nos llevas a la calle por donde pasa la otra línea de autobuses, queda camino a la escuela de Carlos –Está bien Arturo, pero quiero que cualquier detalle me lo comentes, no esperes hasta llegar a la casa, háblame al celular.

Oye, hermano, ¿Cómo dices que es el tipo ese?- Es alto, delgado, moreno y las veces que lo hemos visto, siempre trae puestas las gafas obscuras, ¿porqué?- Bueno, es sólo una corazonada, el día de mi cumpleaños, un tipo con esas características platicó con Pedro un poco antes de que saliéramos del antro –¿Y si es él?- Se me ocurre que pudiéramos dar una vuelta por el antro, tal vez lo reconozcas- Claro, si lo vuelvo a ver, seguro que lo reconozco, ¿pero pude ser peligroso?- Sí, desde luego que puede ser peligroso, pero no nos bajaríamos del carro, llegamos temprano para ver entrar a la gente- ¿Pero cuando sería bueno ir?- El próximo sábado, como a las 10 de la noche –Oye Carlos, pero que nos acompañe mi papá ¿no?- ¡Claro, que iré!, eso ni lo dudes- Dijo Don Carlos, cerrando el periódico que había estado hojeando, para simular que no estaba pendiente de la conversación-

Durante los tres días siguientes, todo transcurrió sin novedad respecto al tipo de las gafas obscuras y en sí dentro de la familia, excepto un pequeño detalle, Carlos terminó de leer el libro de El Mundo de Sofía”, curiosamente, tal vez dado su estado de ánimo le había impactado de manera importante, se daba cuenta; que desde mil años antes de la era cristiana, ya los primeros filósofos Sócrates, Platón, Aristóteles, etc. tenían un concepto de Dios; y luego los que los siguieron, llegaron a la conclusión que una de las principales “herramientas” del ser humano era la fe. Por ésta razón, Carlos llegaba también a la determinación de que él debería tener fe y aprovechar tan importante herramienta.

Llegó el sábado, la noche era fría, pasaban de las 9:00 P.M., nadie decía nada, Don Carlos se encontraba en su recámara con la puerta bajo llave, sacó de la parte de atrás del viejo y bonito closet; una pistola calibre 38 especial, un revolver que alguna vez fuera de su padre, el arma relucía el pavón negro muy bien cuidado, una vez que la revisó y lleno la “mazorca” de balas se la colocó en el lado izquierdo de la cintura, se puso la chamarra, se aseguró que no se le notara y salió-

Carlos y Arturo, estaban en la sala viendo televisión, no habían hecho ningún comentario referente a la visita al antro, aunque ambos lo tenían presente – Bueno hijos, ya son las 9:30 – Dijo al tiempo que echaba una mirada al reloj que colgaba de una de las paredes – Sí papá, ya es hora, vamos Arturo-

Lupita y Mary se quedaron muy preocupadas, pero les tranquilizaba saber que ellos no se bajarían del carro.

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