Sunday, December 04, 2005

Mi Primer Hijo

Mi primer hijo

No, de ninguna manera había razón para dudar si el hijo era mió, dado el comportamiento y forma de pensar de Pilar, No obstante, confieso, que sin motivo, un día atormentador atravesó por mi mente esta idea. Lo único que débilmente intentaba soportar dicho pensamiento, era que a unos pocos meses de conocer a Pilar, ya viviendo juntos, se presentó la inesperada visita de su ex esposo. Por cierto, fueron minutos de mucha tensión. Me encontraba en la recámara viendo la televisión, Vero dormía a mi lado, tocaron la puerta, me asomé con cuidado por una orilla de la cortina de la ventana, (capitalizando experiencias pasadas). Era un señor de mediana estatura, más bien alto y fornido, fui a comentarle a Pilar, que en ese momento estaba en la cocina. .-“Es el papá de Vero, vete a la recámara, en un momento lo despido”.-. Regresé a la recamara, saqué mi navaja y la metí bajo la manga de la chamarra, sosteniéndola con los dedos índice y pulgar; por lo que pudiera ofrecerse. Supuse que pediría ver a su hija y necesariamente entraría a la recámara. Unos 30 minutos de angustia y escuche abrir y cerrar la puerta, efectivamente ya se iba el visitante. Pilar me dijo que era la primera vez que la visitaba y le parecía muy raro, pero que sería la última, porque ya había hablado con él. Este incidente provocó un problema en la relación, ¡por lo pudo haber sucedido!. Y como consecuencia me alejé unas semanas de la casa, pero más adelante decidí volver.

Durante mi convivencia con Pilar, nunca más se presentó “la visita inesperada”. Como les decía, no había razón para dudar de que yo había engendrado ese nuevo ser que estaba por llegar. Pronto deseche la tonta idea, y el simple hecho de rechazarla me tranquilizó.

El espacio en la casa era adecuado, pero con la llegada de mi hijo se hacía necesario algo más grande, ese fue el pretexto para buscar otra casa en donde vivir. La realidad, por supuesto nunca expresada, es el que mi hermana y cuñado vivieran en la parte de abajo, dadas las cuestiones culturales, provocaban cierta incomodidad.

Un cuñado de Pilar nos ofreció en renta su casa, argumentando que él y su familia se iban a radicar al estado de Oaxaca. Acordamos el monto de la renta y la fecha en que haríamos la mudanza. El rumbo no era nada bonito, “Coactepec Barrio Alto”, La casa era grande y hubiera sido cómoda, de no haber sido porque, resultó que nos encontramos con el cuñado de Pilar su esposa e hijas, que supuestamente en 15 días más se irían. No hubo problema, o mejor dicho no lo expusimos como tal, finalmente se trataba de su casa, aunque ya nos la habían rentado. Nos asignaron una recámara en la que retacamos literalmente nuestras cosas. Muebles; como comedor y sala se sumaron a los que ahí estaban.

Dejé de frecuentar el café y a mis “amistades”, debido a las ocupaciones y la distancia entre las colonias.

Pasaban los días, semanas y meses y seguíamos juntos, arrinconados en la recámara asignada. ¿Ya no se irían a Oaxaca?, durante ese tiempo él no trabajaba, decía continuar estudiando en el politécnico, lo que me parecía muy extraño, un tipo de unos 32 o 34 años, con tres hijas y esposa, ¡seguía tranquilamente de estudiante!. Claro, por supuesto que la despensa se vaciaba constantemente y… bueno ¡ellos no tenían dinero! Y la renta que les dábamos era insuficiente para cubrir sus gastos.

El tiempo paso muy rápido, el quince de febrero de 1979, nacía mi hijo, yo me había ido al trabajo, ella se dio cuenta que estaba por dar a luz y acudió al hospital. Recibí la llamada ¡ya había nacido!, me dirigí a visitarla y a conocer al bebé. Estaba acostada, se veía contenta pero desmejorada, me comentó que había sido necesario hacerle la cesárea. Fui a los cuneros y ahí estaba, fue una emoción difícil de describir; pero les puedo decir que en ese momento me sentía feliz.

Una tarde, regresó “el concuño” de una semana de viaje, según lo que platicó, había ido a San luis Potosí, para un asunto de trabajo. Veíamos tranquilamente un partido de fut-bol, me invitó una cerveza y le regalé un paquete de cajetillas de cigarros, de las que me daban como cortesía en el trabajo. Se levantó, supuse iría a guardar el paquete de cigarros, pero pasó un buen rato y no regresó, me fui a la recámara “asignada”, unos minutos más tarde, Vero entraba espantada - ¡Papá, mamá!, mi tío le está pegando a mi tía. Pilar intentó salir de la recámara para ver que pasaba, yo le dije que no interviniera, que ellos deberían arreglar sus asuntos. Fue necesario salir, el bebé pedía a “gritos” su leche, Pilar se dirigió a la cocina, dejando la puerta de la recámara entreabierta, pude ver que el escenario del pleito se llevaba a cabo precisamente en la cocina. A distancia noté como “el concuño” jaloneaba de un brazo a Pilar, Corrí a la cocina y aparté a Pilar.- “A mi mujer no la toques, porque te metes en un serio problema”.- le dije muy enojado, el muy sonriente me contestó y tú ¿Qué me puedes hacer? Es más, ¡lárguense de mi casa!.- Te estamos pagando renta y si fueras hombrecito y cumplieras tu palabra el que no debería estar aquí eres tú.- Pues yo hago lo que quiera en mi casa.- Con tu mujer y tus hijas, pero ya te dije a mi mujer no se te ocurra volver a tocarla.- ¿Porque no? .-respondió.- Ya te dije, tú que me puedes hacer, dijo con una risilla burlona. Recordé en ese momento, que durante la fiesta de fin de año, él hiciera alusión a que dado su físico, a mí, fácilmente con un golpe me pondría quieto, lo que avivó más mi enojo, contestándole.- Te puedo romper el hocico.- Pues tira el primero.- me retó, sin siquiera ponerse en guardia, con la mueca de sonrisa dibujada. Le tiré el primero y en ese momento también el último, se cayó golpeándose la cabeza, escupió un buche de sangre y algo más, lo que supe unos instantes después eran dos dientes.

Pilar me pidió me fuera a la recámara, pensando en evitar que el problema se hiciera mayor, ella y su hermana atendieron al “golpeado”. Cerré la puerta, prendí la televisión para distraer a Vero ya que mi hijo apenas tendría un mes de nacido. Pasaron unos minutos y patearon la puerta de madera, el “golpeado” se había recuperado y su carácter cambiaba, ahora me insultaba #&%$#”¡(%! de forma muy agresiva, estaba por dar vuelta al picaporte para averiguar “que se le ofrecía”, cuando Pilar me gritó ¡No abras, lleva la pistola!, En ese momento me arrepentí de no habérsela comprado, cuando apenas hacía unos días me la ofreciera, era una bonita revolver calibre 22. Buscaba mi navaja, pero como suele suceder, cuando más necesitas las cosas no las encuentras. Aunque podría ser desventajoso para mí, estando a dos metros de distancia las cosas podrían emparejarse. Al ver lo infructuoso de mi búsqueda, le dije desde mi guarida.- Deja la pistola y salgo hijo de tu…mamita, (bueno no así literalmente). Nuevamente Pilar gritaba, ¡cuidado va hacía el jardín!- Pronto bajé el bambineto con el niño de la cama, coloqué el colchón en la ventana que daba al jardín, me agaché y abracé a Vero, protegiéndola con mi cuerpo.
Escuche un par de disparos, no pasó nada. Unos instantes y.- “Ya sal Gerardo, para que mi marido desquite su coraje”.- Si claro que voy a salir, pero si tiene tantas ganas; que sea parejo, que deje la pistola.- le contesté, de la forma más educada posible bajo esas circunstancias.- ¡Ya dejó la pistola!.- dijo (gritó) Pilar. Salí decidido, él se encontraba a unos metros de la puerta y nuevamente con su mueca de risa, aunque descompuesta, porque los labios estaban muy inflamados y sangrantes y se podía ver una ventanita entre los dientes.- Dame la mano, me dijo, como simulando un saludo, pero su mirada lo delataba, quería sorprenderme, insistió unas dos o tres veces más y le seguí el juego. Al darle la mano, me jaló y tiró un derechazo, pero no me encontró, ya me había agachado, nos abrazamos tratando de derribarnos, me fui a estrellar en la pared, aproveché el vuelo y caí encima de él, comencé a darle duro, unos cuantos frentazos y me agarró del cabello, hice lo mismo, mientras que con la mano desocupada le tupía golpes. De repente ya nos encontrábamos debajo de la mesa del comedor, le dije “hay muere”. Volvió a mostrar su intento de sonrisa cada vez menos creíble.- Con uno que te acomode te mando a dormir.- fue su respuesta. Las mujeres de ambos echaban porras y daban ánimos, cada una a su “gallo”, las niñas lloraban espantadas. Las señoras hicieron a un lado la mesa del comedor, para dar espacio al show. En varias ocasiones que estábamos en el suelo, afortunadamente yo siempre encima de él, le sugerí que ya terminara, su respuesta siempre era igual, por lo que le dije.- Pues ahora no termina hasta que te mueras.- Realmente lo dije enojado, sin pensar efectivamente en matarlo.- Continuamos, en un momento le proporcioné una fuerte patada; ahí donde duele mucho y él se me lanzó como para pegarme con la cabeza, me hice a un lado y se estrelló en el respaldo del sofá de la sala, me monté en su espalda y le abracé con una mano el cuello y con la otra, la derecha, que por cierto la traía herida por el primer golpe, le seguía dando a placer en pleno rostro, o lo que de él quedaba. De repente, hizo un sonido gutural muy raro y se colgó.- ¡Ya lo mataste¡.- dijo la hijita mayor de él, de unos 5 o 6 años. Reaccioné, ambas mujeres me tenían cada una de una pierna, jalaban buscando que dejara de abrazar al contrincante, el sofá a media sala y lo solté. Pilar y su hermana corrieron para regresar con cebolla y alcohol y dárselo a oler. Por mi parte estaba a cierta distancia observando preocupado, pensaba que podía no despertar.

Luego de un rato, el reaccionaba, lo primero que hizo fue hablar por teléfono, algo de la conversación escuche “tras bambalinas”, Hablaba con unos sobrinos que vivían en Tlaltelolco, obviamente, les decía su versión de lo ocurrido, entre otras cosas que le había pegado a “la mala“. Pilar me sugirió me fuera, yo le decía que nos saliéramos todos, pero me dijo, si te quedas el problema será mayor, ya vienen sus sobrinos para acá y a mí no se atreverán a hacerme nada.

Me despedí de ella, vero y mi hijo, fui a la farmacia y compré una venda para amarrarla a mi mano herida, por los dientes del “risueño”. Ahí hacían base los “peseros” (carros particulares que se rentaban al público para su transporte), intenté subir a uno y otro en varias ocasiones, pero me decía el chofer.- No así no te puedo llevar.- Llevaba los puños y mangas de la camisa empapados de sangre y el resto de mi ropa; incluyendo el pantalón con manchas, huellas del reciente “combate”. Intentaba convencer a un chofer cuando vi pasar el carro de “los sobrinos”, iba lleno. Escuché una ráfaga de disparos, los que me causaron risa, pues creían que estaba adentro de la casa y seguramente muy espantado. Terminé convenciendo al chofer.- Me vas a llevar a como de lugar, si quieres no subas más pasajeros yo te pago tu viaje.- Es que vienes herido.- No, la sangre no es mía, bueno no toda, sólo traigo la herida en el puño.

Me bajé frente a la basílica de Guadalupe, entré a una tienda de ropa (Hecali), compré una playera y un pantalón y me cambié en los vestidores. Abordé un camión rumbo a la casa de mi hermana Margarita, les platiqué lo sucedido y me ofrecieron me quedara en su casa mientras el problema se solucionaba.

A Pocos días llegó de visita mi hermana Alicia, quien se ofreció a lavar mi ropa encontrándose las huellas del delito, le tuve que hacer extensiva mi reciente experiencia.

La comunicación con Pilar era a través de llamadas telefónicas, me decía que “los primos”, tenían varios días que esperaban desde muy temprano en la esquina de la casa, y que según lo que había escuchado, sólo querían darme una golpiza y que pagara los dientes que tenían que comprar para su tío, por lo que me recomendaba no me acercara.

Al respecto le pedí de favor, les hiciera llegar por algún medio mi mensaje.- Que ellos sabían en donde trabajaba y que si tenían ganas ahí nos podíamos ver, les haría el “gusto” de uno a la vez, de lo contrario, si me daban entre todos deberían matarme para terminar el problema, porque si no lo hacían yo si lo iba a hacer. Nunca supe si Pilar se ocupó de hacerles llegar el mensaje, pero las “cosas” se calmaron en unos meses.

La convivencia con Pilar, Vero y mi hijo, fue afectada de manera importante, yo continuaba viviendo en casa de mi hermana y mi cuñado.

Un día Pilar me habló al trabajo, me decía que ya se había cambiado a otra casa y me dio la dirección, era frente a la colonia Bosques de Aragón, por la avenida central.

Fui a visitarla, quería ver a mi hijo, en fin a todos. Pilar me pidió que regresara a vivir con ellos y así lo hice, regresé.

Compartíamos la casa con la dueña, una señora madura con dos hijos, uno de ellos adolescente, de 18 años y el otro menor. No mencionaría los hijos de la señora si no fuera porque me llamaba la atención que el mayor aún durmiera con la mamá, pero bueno no me consta nada.

Yo continuaba trabajando en CIGATAM, dada la ubicación de la casa, significaba viajar de extremo a extremo de la ciudad, de la colonia Aragón a Atzcapotzalco, la hora de entrada regularmente era a las 8:00 am. Sin embargo, muchas veces debía entrar a las 6:00 am. para recibir al primer turno. Una de esas veces, me tocó presenciar algo muy desagradable, la calle aún estaba oscura, un señor caminaba a unos 15 metros adelante de mí, pude ver las luces de un carro al tiempo que él decidía atravesar la calle, tuve el impulso de gritarle ¡aguas!, pero me detuve creyendo que lo iba a distraer, fue muy rápido, escuche el claxon y luego un golpe, viendo al señor volar varios metros y caer a un lado de la banqueta, prácticamente a la altura en que me encontraba, pero al otro lado de la calle.

Crucé la calle corriendo, había una bolsa de plástico y regados algunos alimentos, seguramente el almuerzo. Lo miré de cerca, estaba oscuro, para cerciorarme si estaba vivo, no me pareció lo estuviera; deduje por la ropa que vestía se trataba de un albañil. Me dispuse a esperar, casualmente era la esquina en donde abordaba mi camión. Un instante más tarde un tipo distraído que llegaba también a esperar su transporte poco faltó para que pisara al accidentado, lo hubiera hecho si no le prevengo.

Me llamó la atención, que poco más tarde, aún esperaba mi transporte, cuando el carro que lo atropelló regresó, lo reconocí porque llevaba impreso el golpe. El chofer desde su volante; observo por unos instantes, al supongo difunto, para luego irse a toda prisa. Esto lo comento, porque al regresar de mi trabajo; comenté lo sucedido con la familia y pregunté si se habían enterado del accidente, ya que estaba relativamente cerca de la casa. No se habían enterado. Sin embargo, dos días después encontraron un cadáver en una bolsa de plástico, en un terreno baldío, muy cerca del lugar del accidente. ¿?.

La estancia en esta nueva casa fue por poco tiempo, Se presentó la oportunidad de vivir solos en “Parque Residencial Coacalco”, estado de México. Nos mudamos, la casa era mucho más cómoda, tenía suficientes espacios y la colonia en ese entonces se encontraba bien y sin mayores problemas de delincuencia, sólo había un detalle, tenía meses de haber vendido el v.w. y continuaba viajando en transporte público.

La distancia hacía mi trabajo se incrementaba considerablemente, ahorré y compré otro carrito V.W, ¡Por supuesto!, o ¿había otro?, no, en congruencia con mi ingreso.
Naturalmente, el contar con un vehículo de transporte, llevaba implícito un plus, El rendimiento, que no quiero exagerar y decir que de una chica por cuadra, pero en realidad no era nada malo. Ahora, me era posible hasta en ocasiones darme el lujo de desdeñar; a algunas chicas que en otros tiempos, con el sólo hecho de que voltearan a verme me hubieran motivado.

Resulta, que una noche que regresaba del trabajo; a través del transporte público, ya que mandé el carro al taller, fui sorprendido por una situación poco común.

Del lugar en que me bajaba del camión, caminaba hacía mi casa, eran alrededor de las 11:00pm., iba sigiloso, atento a cualquier posible indicio de atraco, aunque como ya les dije la colonia era tranquila, mi conducta siempre era de alerta. Resulta, que al voltear a una casa que mantenía los ventanales iluminados, ¡que barbaridad!, en la mesa del comedor, había una escena de las que comúnmente se realizan en la cama, sin de dejar de mirar, continué caminando despacio, mi ritmo cardíaco se aceleró a consecuencia de la excitación y temor a ser descubierto. Fue breve, pero muy impactante, ¡Que descuido! pensé y luego, ¿y si fue a propósito? para permitir ser vistos por quienes regresábamos tarde de trabajar, (a manera de estímulo). La verdad nunca la supe, lo que sí, es que me propuse conocer a la dama, meta que fue sencillo alcanzar; ya que vivíamos relativamente cerca. Los días sábados, llegaba a la colonia el “mercado sobre ruedas”, ahora generalmente conocidos como “tiangüis”. La miré entre los puestos, me acerqué discretamente, y burdamente lo primero que se me ocurrió; fue chocar con ella “accidentalmente”, para iniciar alguna conversación..- ¡Perdón!, le dije de inmediato, mostrando una amplia sonrisa; tomándola por el hombro para, ayudarle a conservar el equilibrio, ¡perdón vecina!, volví a decirle.- No tenga cuidado, ¿Qué vive por aquí?.- Sí, de hecho tengo poco tiempo de haberme cambiado.-Pronto me apresuré a comentarle que trabajaba hasta el Distrito Federal.- Yo también todos los días tengo que viajar y es un relajo, ya ve que muchas veces no hay suficiente transporte.- Me dijo que era profesora, la escuela se ubicaba en la entrada al Distrito Federal, cerca de la estación del metro “Indios Verdes”. Ante la problemática que manifestó sobre el transporte, pude ver una opción inmediata para continuar con el proceso, le ofrecí pasar por ella a mí salida del trabajo, argumentando que me quedaba de paso. Aceptó, agradeciendo de antemano mis “finas” atenciones.

Una mujer, entre los 30 y 34 años, con buenas mediadas físicas, usaba cabello teñido de rubio, aunque de piel morena clara. Tenía dos niñas que nunca me presentó ya que no había razón ni interés; dado el tipo de relación que mantuvimos por unos meses.

Por ese entonces, yo ya tenía la inquietud de escribir algunos pasajes de mi vida, lo que le confíe a la profesora y le entregué mis ensayos para que los leyera. Dijo que le habían gustado y me propuso que fueran editados, inclusive; que ella conocía a una persona que tenía contacto con una editorial y podría ser que fueran transcritos al italiano.

Nunca hubo tal edición, ni siquiera en español, lo único fue un tórrido romance y la perdida de mis primeros ensayos.

La conclusión de esta relación, no se manifestó por ninguna de las partes, simplemente nos fuimos dejando de ver.

Coincidentemente, tenía poco de haber conocido a Lilia Margarita, ella vivía en “Villa de las Flores”, trabajaba en un banco de la Avenida Reforma en la Ciudad de México; como encargada de la caja de seguridad. Era originaria de Monterrey y su forma de pensar no era muy liberal, aunque era menor de las mujeres que por lo regular escogiera, tampoco se cosía al primer hervor, tenía unos 27 años. El reto fue más difícil de lograr. Sin embargo, una ocasión visitamos un bar. (“Barón Rojo”), después de algunas copas el “entusiasmo” se aceleraba, le propuse darle un “escarmiento” a tan inquietante sensación, pero ella se mostraba insegura, Tomamos carretera, (México-Pachuca), dejé pasar el primer motel, que parecía decirme a gritos “pasen, pasen”, interrogué nuevamente a Lilia, pero seguía insegura. Moví el volante y entramos en uno de tantos en el “triangulo de las bermudas”, así le decían; o hasta la fecha es reconocido conocido el lugar, por el número de moteles, en donde de pronto “se perdían los carros”.

¡Increíble!, pero cierto, en la primera relación me quedé dormido y todavía era de madrugada cuando me despertó.- ¿Puedes hacerte a un lado?, ya me cansé.- ¡Que “oso”, dicen ahora los muchachos, tanta insistencia, toda una labor y… para el numerito.

Nos bañamos y la llevé a su casa, en el camino le comenté que nunca antes me había pasado y estaba dispuesto a corregir mi falta, lo que ella convino a que así fuera.

Hubo la oportunidad en distintas ocasiones de congratularme y así fue, por lo que cumplí cabalmente con las expectativas.

Cambiando un poco de tema, me viene a la mente un “sueño raro”, que tuve durante mi estancia en “Parque Residencial Coacalco. Estaba durmiendo, una “copia” de mi salía y veía al “original” dormido al lado de Pilar, caminé, flotando hacía la puerta de la recámara, aunque estaba cerrada, algo me dijo que no era necesario abrirla, la atravesé y me encontré en el pasillo, volteé hacia el baño, que mantenía la puerta abierta, me imaginé que podría irme a dar una vuelta a cualquier lugar y continúe “flotando” por el pasillo, observé las cortinas del ventanal de la sala que daban a la calle, pero al pensar en abandonar la casa, de pronto sentí miedo de dejar mi otro yo sólo, creí que “otro que anduviera como yo paseando en forma de “copia”, podría fácilmente ocupar mi lugar, decidiendo de inmediato regresar. Fue una sensación que a la fecha no puedo describir, realmente de un placer especial.

El incidente me hace recordar otro sueño raro, este se presentó cuando estuve viviendo por un tiempo en la casa de mis papás, resulta que nos dijeron, “el próximo domingo nos toca jugar en el campo No. 11, del deportivo los galeana”. Yo no ubicaba el campo, no nos había tocado jugar en él. Por la noche del sábado, me soñé en el campo No. 11, hacía un poco de viento frío, estaba por iniciar el encuentro, yo jugaría por el extremo derecho y corrí a ocupar mi posición, el árbitro señaló el inició; y en ese momento se presentaron un buen número de bándalos para golpear a los integrantes de ambos equipos. El domingo, no recordaba lo soñado, pasaron por mí los compañeros de equipo y llegamos. Al estar en el campo, el viento helado y todos los demás elementos me recordaron el sueño de la noche anterior, sentí “ridículamente” temor, al iniciar el encuentro, corrí hacia el extremo izquierdo; los bándalos comenzaron a golpear a todos los que ahí se encontraban, ¡era real!, pues hubo necesidad de que acudieran algunas ambulancias a recoger a los heridos. No se que fue, lo que sí, es que gracias al “sueño” me escapé de una soberana golpiza.

1 comment:

Ing. Cardioide said...

Estoy impactado!!!!!
***Lalo en shock

Ah no verdad? jajajaja...

Saludos! Espero que no me tenga tanto tiempo intrigado!! jajajaja

Lalo.