Sunday, December 18, 2005

Un Suceso Inesperado

Unas semanas después, habiendo “digerido el golpe”, que me proporcionara mi pretendida, mi ánimo se reestableció y continué visitando a mis “amistades femeninas”; que por unos días descuidara, ahora con mayor ahínco, administrando los días y las horas; para no quedar mal. No, no por el físico, era realmente muy joven.

Sucedió que una tarde como muchas, pero especial para mí, recibí una llamada telefónica.- ¿Héctor?.- ¿Sí?.- Hola, fíjate que me acaba de hablar mi papá y me dijo que hoy no puede venir por mi, ¿Me podrías llevar por favor a mi casa?.- No tuve mucho tiempo para pensar, la solicitud me sorprendió, y como si no supiera la hora de su salida; tontamente le dije .- Sí, ¿a que hora nos vemos?.- Pues salgo a las 10:00 pm.- Me “corroboró”, amablemente.- Está bien, nos vemos a la salida-.

Llegué como de costumbre unos minutos antes, mientras esperaba dentro del carro, recordé una ocasión que de manera similar e igual razón; yo la llevaría a su casa, y mientras esperaba, decidí hablarle a la oficina de un teléfono público que se encontraba fuera de la Institución, .- Que crees siempre si viene mi papá por mí, de todas formas gracias.- me dijo, lo que intuí no era verdad, por lo que estratégicamente estacioné el carro, para permitirme verla salir y enterarme si mi intuición no fallaba. La mire salir y a unos pasos se encontró con su novio, luego del saludo con el beso incluido, se subieron al carro y se fueron. Confirmé que mi intuición era buena. Decidí no apenarla, pasó mucho tiempo para que ella supiera que la había descubierto en la mentirilla.

Esta vez salió puntual.- ¡Hola!, hay muchas gracias, lo que pasa que me da miedo irme sola.- Sí, es muy peligroso por la hora.- Nos dirigimos a la colonia Pantitlán, ella callada, yo también. Rodeábamos por el “bordo de xochiaca”, atrás del aeropuerto internacional de la ciudad de México, en la radio sonaba una canción que decía “Creí que tu vida era mía y que tú me querías como yo te quiero a ti….- Yo también creí .- “pensé en voz alta”.- Pues ya puedes seguir creyendo, ya terminé con mí novio.- Volteé a verla y le di un beso rápido, para sellar el pacto y a la vez para no perder el control del volante.

Confirmé que además de bonita era inteligente, ella sabía que yo no volvería a pedirle que fuera mi novia, aprovechando hábilmente la oportunidad para retomar el “camino”, ya que de ninguna manera se puede decir, que ella me propuso nada.

A partir de entonces, me dejé de preocupar por ser el “chofer”, manejaba sí, pero en calidad de novio. La distancia de su casa a la mía era considerable, más aún cuando al llegar a la colonia Pantitlán, su mamá le decía te tienes que ir a la casa de Taxqueña, significando un mayor recorrido y una hora adicional, situación que realmente no me molestaba; ya que permitía que estuviéramos más tiempo juntos. No obstante, mi regreso a casa era alrededor de la 1:00 am., retomaba la lectura una o dos horas y después a acostarme.

En la oficina algunas personas no vieron con “buenos ojos” nuestra relación, lo que no me preocupó gran cosa, sin embargo, intentaban que terminara, haciéndole comentarios como “es casado”, “¡pero como si es un ogro!”, etc. etc.

No faltó quienes me pusieran a prueba, como una compañera que me visitó en la oficina mientras me encontraba sólo, se sentó en un escritorio y comenzó por mostrarme las pantorrillas.- ¡Mira como tengo de bellos!, esto me choca.- Bueno, no se te ven mal, hay mujeres que tienen muchos más.- le dije, mostrando tranquilidad, mientras ella en aparente descuido abría un poco las piernas.- ¡Es que mira!, hasta en las piernas tengo.- y sin más, las abrió totalmente dejando poco a la imaginación.- Ya bájate del escritorio, vienen unas personas y pueden pensar mal.- No caí, ¡prueba superada!.

El noviazgo marchaba por buen rumbo, mi trato hacia ella era totalmente distinto, el mirarla y abrazarla era suficiente, algunas veces un beso para complementar, pero nada de arrumacos ni más allá. No, no era necesario, “la miel” estaba en la sinceridad con la que siempre me mostré, no quería darme el lujo de fallar, iba con mucho cuidado.

En la primera oportunidad, le comenté a Pilar (mamá de mi hijo) lo que sucedía, que tenía una novia y pensaba mantener una relación en serio, ella como antes, no le dio aparentemente mayor importancia. Sin embargo, su trato hacía mi cambió de forma muy marcada, dejándome sentir su evidente malestar. Está conducta me llevó a decidir que no le volvería a comentar más, hasta que mi proyecto se cumpliera.

Seis meses después, camino a la casa de mi novia, saqué de la bolsa del saco una cajita con un anillo, tomando el volante con la mano izquierda, le extendí la derecha.- Mira lo que me encontré, es para ti ¿Quieres ser mi esposa?.- Sí, si, se que no fue lo más correcto, pero no pueden negar que fue original.

Su carita se iluminó, bueno eso creo, porque causa de la emoción no puedo asegurar si en ese momento pasamos debajo de alguna lámpara de alumbrado público. Con emoción me dijo que sí. Se hizo el silencio unos instantes y.- ¿Cuando puedo hablar con tus papás, para pedirles que me den una fecha para que vengan mis papás a pedir tu mano?. Acordamos el día, no más distante de una semana.

Sentado en el comedor de la casa de los papás de Luy.- Señora ¿Cómo a que hora viene su esposo?, es que; necesito hablar con ustedes.- Ya no debe de tardar, pero lo que tengas que decir dímelo a mí, es igual.- No, por lo que les voy a decir, es importante que estén los dos, debo darle él lugar al jefe de familia.- Unos minutos más tarde entraba Don Manuel, un hombre de regular estatura, obeso y muy amable.- Una vez que se integró en la mesa.- Bueno, lo que quiero decirles es que Luy y yo hemos pensado en casarnos; y quiero pedirles de favor me indiquen cuando pueden recibir a mis papás para hacer oficial el pedimento de la mano de su hija.- Me indicaron la fecha y continuamos platicando. Recuerdo a Doña Lupe diciendo en forma amenazante.- Una cosa si te digo, que lo que no me guste te lo voy a decir.- Lo que me hizo pensar que quería tomar cierta ventaja, por lo que de inmediato respondí.- Que bueno señora que me hace esta aclaración, porque en mi casa serán bienvenidas todas las sugerencias, pero órdenes de nadie. La relación con mi futura suegra; no parecía iniciar de la mejor manera, sin embargo, con Don la Manuel parecía todo lo contrario.

Era el mes de septiembre de 1981, acudí a la casa de mis papás; para pedirles me hicieran el favor de acompañarme a pedir la mano de mi novia. No existía el mejor clima en cuanto a la relación con mi papá, estaba consciente que podría negarse; ya que en el caso de mi hermana Margarita no aceptó recibir el pedimento, tomando su lugar mi hermano Ignacio.

Planteé el caso a mis papás; y sin mayor problema aceptaron. Saldríamos al día siguiente, haciendo escala en el rancho “La Begonia”, con el propósito de visitar a mi hermano, que por ese entonces ahí trabajaba.

Era un día nublado y frío, pero para mí muy especial, mis papás subían por primera vez a mi carro, significando un gran avance en lo emocional. Mi papá, no sentía mucha seguridad si yo manejaba, por lo que me dijo que él conduciría, lo que de ninguna manera fue un halago, sin embargo, el incidente en ese momento no me pareció de mayor relevancia.

Un alto porcentaje del camino; correspondía a una carretera muy angosta, comenzó a llover, luego granizó, los cristales se empañaron, no, no contaba con defroster, mi papá disminuía considerablemente la velocidad, no había en donde detenerse, él sudaba apretando el volante. Por mi parte, limpiaba el vapor del parabrisas con la mano, prácticamente los tres guardábamos silencio; rompiéndolo sólo para comentar las condiciones del clima.

Finalmente, llegamos al primer destino, mi hermano Ignacio y su esposa nos recibieron muy contentos, platicamos durante la comida y nos despedimos. Ahora con rumbo a la ciudad de México.

Por la noche llegamos a la casa de mi hermana Margarita. Durante la cena.- Yo creo que mañana es cosa de una hora.- dijo mi papá.- agregando,.- No es un asunto muy agradable, el que le pidan a una hija.- Sentí coraje y sentimiento mezclados, pensando “ni siquiera para este caso; tan importante para mí tiene suficiente tiempo”.- Es muy poco una hora, lo más probable es que se requiera de mayor tiempo.- le comenté, intentando que no sonara muy fuerte, ¡que tal y me decía que no iba! .-Pues vamos a lo que vamos, no creo que sea necesario más.- Preferí no decir nada.

Al siguiente día fuimos bien recibidos, pasamos a la sala y mi papá abordó el tema, mis suegros comentaban sobre el caso cuando.- “Prieta ve al mercado por un kilo de bistec, que te acompañe Héctor”.- ¡Era mi suegra, que se dirigía mi novia!, sí desde luego que fue una impertinencia, pero sin remedio; los involucrados salimos de cuadro para ir al mercado. Regresamos lo más pronto posible, con las prisas dejamos el encargo en la carnicería, ella supuso que yo y yo que ella, pero que tontería (oso, dicen los muchachos). Al entrar a la sala y evidenciar nuestro error, si existía alguna tensión se disipó. Los consuegros platicaban amenamente, fuimos invitados a comer y la plática continuaba. Mi papá, con base en sus costumbres; suponía pedir un plazo para regresar por la respuesta y así fijar la fecha del compromiso, razón por la que en la primera oportunidad tomé la palabra.- Nosotros pensamos casarnos en diciembre, precisamente el 19, por lo que la boda por lo civil sería el 12 de diciembre. ¡Es muy pronto!.- comentaron mis suegros.- No mucho, faltan 3 meses.- respondí, antes de que otra “cosa” pasara.

Una vez acordadas las fechas, con una despedida lenta la reunión concluyó. ¡Habían pasado más de tres horas!, salimos contentos y mis papás agradecidos por el trato brindado por la familia de mi novia. Recordé lo dicho por mi papá un día antes, pero no dije nada, no tenía sentido empañar con un comentario el momento.

Les agradecí a mis papás su intervención, regresamos a la casa de mi hermana y de ahí nos despedimos.

Los días pasaban rápidamente, Luy y yo planeábamos la boda, el presupuesto no era muy holgado, más bien debo decir estaba ajustado. Mi suegra, alucinaba con un gran salón y un grupo de violinistas, yo en unas buenas tablas para armar las mesas en el patio de la casa de mi novia. Ante estos planes tan contrastantes, me vi en la necesidad de recordarles a mis suegros; que yo dependía sólo de mi sueldo y no contaba con algún otro apoyo. El manifestarles mi situación me tranquilizó un poco, porque la presión iba creciendo.

Faltaban escasos dos meses para la boda, era preciso que mi prometida conociera a alguien más de la familia, por lo que la invité a la casa de mi hermana.

No era temporada de lluvias, pero ese día llovió en serio, Luy estaba realmente atemorizada al ver que la hora establecida para llegar a su casa se acercaba.- ¡Vamos a hablar a mi casa, mi mamá me va a pegar!.- me decía muy angustiada.- Los teléfonos públicos más próximos no servían, unos sin bocina y otros no daban línea, llegamos a una tienda, ella se comunicó.- Mamá ya vamos para allá, es que cayó una tormenta.- dijo Luy en tono de suplica.- ¿Con quien hijo de la …. Estás? .- Estoy con Héctor, pero te digo que se inundaron las calles…- Dile a ese Cabr…, que ahorita que lleguen vamos a hablar… ¡pásamelo!.- Tomé la bocina.- ¿Donde andan cabr…?.- Mire no soy ningún cabr…, y ya vamos para allá.- Pues ahorita que lleguen vamos a hablar.-claro no se preocupe.- colgué con un amargo sabor en la boca.- Luy me decía, que su mamá era capaz de corrernos de su casa, que por favor; si me decía algo me aguantara, le dije que yo aguantaría, pero también tenía mis limites, por lo que era importante saber que decisión tomaría ella en caso extremo.- Me voy contigo.- me contestó con aplomo.- agregando - Aunque no me gustaría, sería un golpe muy duro para mi papá.

Después de algunas travesías, como el que se metiera el agua al carro, dado que los empaques de las puertas estaban mal, y el nivel del agua rebasó en algunos lugares los 40 centímetros. Llegamos, pasamos a la cocina para saludar, ahí estaba su papá, le dije el problema que se había presentado y él me dijo que estaban preocupados, la señora Lupita (mi suegra), se acercó y me dijo.- Pero una cosa si te digo, no vuelves a salir con mi hija hasta que la saques de la casa de blanco.- (hasta el día de la boda). .- Está bien.- le contesté y terminó la conversación. Que ingenua, pensé, se le olvidaba que trabajábamos en el mismo lugar.

Un buen día, mi suegro me comentó que estaban vendiendo unos departamentitos en la colonia “Residencial Ticomán, que sería bueno lo considerara. Resultó una excelente idea, pues vendí mi V.W. y pagué el enganche del departamento.

Llegó el 12 de diciembre, muy temprano acudimos a la Delegación Ixtacalco, acompañados de sus papás, mi mamá, mi hermana Margarita, su esposo y unos amigos de parte de la familia de mi esposa. Nos casaron, regresamos a casa de mis suegros, brindamos y cada quien para su casa.

Tranquilo, ya más tranquilo, no se había presentado ningún problema, pues dado mi turbulento pasado, llegué a preocuparme por si se presentaba alguna persona a reclamar.

Un día antes de la boda por la iglesia, fui al rastro a conseguir la carne, pues el menú consideraba barbacoa de ternera, resultó que mi papá había dejado instrucciones para que me llevara la carne que necesitara sin que tuviera que pagar, agradecí en silencio el regalo. Rente unas tablas en una bodega que se ubicaba frente a la casa de mis suegros, con el apoyo de mi suegro y algún agregado armamos las mesas y un baño provisional.

Aproximadamente a la media noche, mi suegro me sugirió me fuera a descansar un rato, le tomé la palabra y me acosté en el sofá de la sala. Muy de mañana me levanté, fui a mi departamento a ponerme el traje de novio y regresé para cumplir cabalmente mi compromiso.

La misa se llevó a cabo a las 12 am. en la iglesia de la colonia, llegaron algunos de mis familiares, si, mis papás algunos hermanos, unos primos, algunos amigos y compañeros de trabajo y muchos familiares de mi esposa. La fiesta humilde pero emotiva, al grado que mi papá acompañado de un piano nos cantó una canción, para no quedarme atrás también me atreví. La barbacoa no había quedado muy bien que digamos, ¡ Estaba horrible!, a alguien (mi suegro) se le ocurrió utilizar unos tambos (bien lavados) que antes se utilizaran para depositar petróleo y la carne ya pueden imaginar se impregnó de ese sabor, sabiamente comí bastantes frijoles charros.

Serían las 10:00 pm, cuando nos dispusimos a salir de viaje, luego de unos muy emotivos momentos de despedida, (abrazos y lloriqueos) mi cuñado y mi hermana Margarita nos hicieron favor de llevar a la central de autobuses del sur.

No había hecho ninguna reservación, confiado en que contaba con algo de dinero, supuse no tendríamos problema. Pronto me percaté de mi exagerada ingenuidad, para no decir una mala palabra. ¡Era diciembre¡, los hoteles estaban a reventar, con el poco equipaje que llevábamos a cuestas, pero con el sol sobre la nuca, caminamos un buen rato por las calles del no muy popular en ese entonces, Ixtapa Zihuatanejo.
Encontramos un cuarto, no muy bonito, pero al fin, podríamos inclusive descansar y darnos un buen baño.

Que les platico, ustedes saben o se imaginan, estábamos de luna de miel, salíamos a comer y regresábamos pronto, visitamos la playa, tomamos las fotos de rigor, para la posteridad, todo fue muy bonito. Ah, me olvidaba, no compramos boletos de regreso y no había “corridas” suficientes para la ciudad de México, decidimos viajar hacía el municipio de Lázaro Cárdenas, Michoacán, ahí abordaríamos un avión bimotor que nos llevaría a la capital del estado.

Nos hospedamos, el hotel se veía moderno y cómodo, pero al entrar a la habitación, Luy comenzó a decir.- No se porque, pero tengo mucho miedo.- No, no piensen mal, lo demás ya había sucedido.- A sugerencia de ella, revisamos cada rincón de la habitación, lo único que llamaba de alguna forma la atención, era un domo roto en el baño.

Ella entró en verdadero pánico; yo también sentía algo muy raro, la presencia de algo o alguien, se me erizaban los bellos de los brazos y me recorría un escalofrío en todo el cuerpo, ella me abrazaba espantada diciendo – No me dejes, no me dejes por favor.- la abracé y le dije.- No te preocupes, si es alguna energía, nosotros también contamos con energía y no podrá hacernos ningún daño.

Unas horas más tarde, con el sabor a desvelados nos dirigimos al pequeño aeropuerto, el vuelo sería de 45 minutos, unas fotos del recuerdo y allá vamos.

Al aterrizar el avión dio unas fuertes sacudidas, a través de la ventanilla pudimos ver la humareda, no sabíamos que pasaba, pero sí, que algo no era normal. – Continúen con los cinturones puestos, tenemos un pequeño problema, en un momento aterrizaremos.- se escucho decir a la azafata, unos instantes y el avión se detuvo, al bajar, nos dimos cuenta que una de las dos ruedas delanteras estaba deshecha, afortunadamente el problema no fue mayor.

Nos dirigimos a la casa de mis papás, pasaríamos con mi familia la navidad y año nuevo. Para llegar al rancho, era necesario hacer escala en el pueblo de Santa Cruz de Juventino Rosas, lugar que hacía tiempo no visitaba.

En el jardín del lugar, los carros de sitio esperaban pasajeros, abordamos el carro en turno y se acercó el chofer, antes de que se sentara al volante lo pude reconocer, y que ¡sorpresa!, se trataba del “viejito”, aquel señor con el que alguna vez tuviera un problema muy serio. Vestía camisa mal fajada, no podría traer pistola en la cintura.- Pase, lo que pase no te espantes.- le dije a mi reciente esposa en voz baja.- ¿Porqué, que pasa?.- Me preguntó.- Después te explico- Recordaba, que el día del incidente él traía el arma en la guantera de la camioneta, por lo que no despegué la vista de la guantera del carro, durante el trayecto, él me preguntó que si íbamos a “los establos”, le contesté que sí, luego me dijo que si era hijo de Don “Pepe”, también mi respuesta fue afirmativa, no hubo más, llegamos sin contratiempo a la casa de mis papás, salió mi hermana Alicia a recibirnos pudiendo percatarse de quien era el chofer.- ¿Ya viste quien los trajo?.- preguntó un tanto alarmada, pues en la familia sabían del problema.- Sí, pero no me dijo nada ni yo creí conveniente recordarle.



Pasamos la navidad y el año nuevo, como estaba previsto, llegaron mis suegros y cuñados, mi papá se portó muy amable inclusive los invitó a conocer el rancho, mi mamá no se diga siempre ha sido una excelente anfitriona.

El trabajo nos esperaba, regresamos a la ciudad de México, reanudamos nuestras actividades y a iniciar una vida juntos.

Los muebles eran muy modestos, una cama matrimonial, la estufa, un catre que se hacía pasar como sillón o sofá, algunos trastes de cocina, acomodados en unas cajas de madera (huacales) y nada más.

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