Sunday, December 25, 2005

¿Un Milagro?

El diagnóstico era fatalista, en cualquier momento pudiera presentarse una septicemia (Contaminación total de su organismo), debido a lo avanzado de la infección que presentaba derivado de los brotes de varicela.

Muchas veces a los sucesos que no entendemos por alguna razón, les damos la connotación de milagros, casualidades, coincidencias o simplemente “fue algo fuera de lo común”, algunas ocasiones, resulta que el manifestar la fé, pudiera tener un tinte de inculto o poco enterado, más aún de fanático.

Es por eso que digo “cada quien”. Resulta, que después de platicar con mi esposa; sobre que sería mejor para nuestro hijo, ella salió del hospital, caminó por la avenida Politécnico Nacional sin tener un destino determinado, se encontró frente al templo de San Judas Tadeo, entró, se dirigió al cristo y luego a la imagen de San Judas, decidió “poner en sus manos” a nuestro hijo.- Si tu quieres señor, si es lo mejor para él ¡yo te lo entrego!, no quiero ser egoísta, tú sabes lo mucho que sufre. Al ir hacia la salida del templo encontró un vaso desechable; sin pensarlo, depositó en él agua bendita y regresó al hospital, ocultó el vaso y llegó al niño para darle a beber. Todo esto explicado por mi esposa posteriormente, ya que sabía que lo que había hecho estaba fuera de toda norma. Al día siguiente, todos los involucrados en el caso fuimos sorprendidos, mi hijo habló.- Quiero sopa.- Se consultó al médico en turno.- Denle lo que pida, lo más probable es que sea su ultima comida.- Comió muy bien y no únicamente sopa. Dado el estado en que su aparato digestivo se encontraba, no se concebía que lograra digerir los alimentos. Gradualmente comenzó una rápida recuperación. A unos días, dada su evidente mejora, fue programado para ingresar al quirófano con la finalidad de hacerle unos injertos de piel. Me propuse como donador, pero no fui aceptado, me explicó el doctor que no podían correr el riesgo de algún rechazó, tomaron piel de sus piernas y la colocaron en pecho y brazos, a unos días la noticia fue excelente.- Los implantes daban resultado, el 80% habían sido aceptados por su organismo.

La noticia comenzó a correr entre médicos, enfermeras y personal en general del hospital, luego salió hacia la guardería. El doctor Eguiza ya no se refería a mi hijo como, el “niño” sino, “al milagrito”, aceptaba que lo sucedido era algo fuera del alcance de la ciencia.- “Este niño viene para algo muy especial”.- fue el comentario de él y de otras personas enteradas. Poco más tarde nos enterábamos; que aparentemente el doctor Eguiza cambiaba su posición, respecto a la religión católica.

Increíblemente, en aproximadamente un mes; el niño comenzaba a hablar y nuevamente a aprender a caminar. Lo dieron de alta, no cabíamos de felicidad, al salir nos hicieron diferentes recomendaciones, debería continuar con terapias fisiológicas y psicológicas, también nos recomendaron comprarle una malla para evitar la cicatriz queloide. (gruesa, abultada). La terapia incluía estiramientos de los brazos, ya que los mantenía semi doblados a la altura de los codos. Mi esposa y yo Simulábamos jugar; levantándolo, tomándole uno de cada mano para levantarlo, él contento por el “juego” soportaba unos instantes, luego el dolor lo vencía. Compramos la malla que nos recomendaron, al ver que le provocaba le abriera la piel en algunas partes y observar un cambio total en su ánimo, decidimos retirarla.

Regresó a la guardería, el personal administrativo recibió instrucciones para que se erradicara todo tipo de ropa color blanco, debido a que mi hijo se había traumado durante el tiempo en el hospital, relacionando el color blanco con dolor y agresión

El niño volvía a la normalidad, su buen apetito regresó y con el la fama bien ganada, ya era el niño que guiaba a sus compañeritos para encontrar la caja de galletas y disfrutarlas, entre una serie de “travesuras” propias de su edad. En ese tiempo nunca imaginaríamos las grandes sorpresas y satisfacciones que mi hijo nos daría más tarde.

Ya me había reincorporado a mi trabajo, mi esposa lo hizo aproximadamente un mes después que yo. Efectivamente, existía un atraso importante; muchos compañeros se inconformaban porque el préstamo solicitado no llegaba. El Lic. Fernando Ortiz, quien era el coordinador administrativo me llamó a su oficina, una vez que planteo el problema, quedando claro que mi jefe Alejandro era responsable del citado atraso, me preguntó- ¿Que tiempo te llevará dar respuesta a la demanda? .- Espero darle solución en unos ocho días, necesito revisar todos los casos y en su caso completar la documentación necesaria.- No fueron necesarios los ocho días, antes pude dar respuesta y me presenté a informar al Lic. Fernando Ortiz.- Licenciado, ya se solucionaron todos los casos que estaban pendientes.- Muy bien, que vengan Vicente y Alejandro, le instruyó a su secretaria.- Las palabras textuales no las recuerdo, seguramente por la emoción que me causó la noticia, pero lo sustantivo fue.- A partir de hoy, Héctor Pérez pasa a ser jefe de la oficina, ocupando el lugar de Alejandro, a quien después se le encomendará alguna actividad. Debo decir, que Alejandro ya no duró mucho tiempo en el trabajo. No niego que dado el comportamiento que siempre Alejandro había mostrado, incluyendo su comentario desatinado respecto a mi estancia en el hospital, sentí que se hacía justicia.

Todo parecía regresar a la normalidad, desde luego la nueva posición me permitía mayor control en la “guerra interna”; que continuaba, aún quedaba una persona pendiente de recibir “la justicia”, se trataba de Vicente, que seguía como jefe del departamento.

Buscando una solución para “borrar” las cicatrices en el cuerpo de nuestro hijo, nos dijeron que era posible mediante una serie de operaciones, mismas que no era conveniente se realizaran en ese tiempo, siendo el principal riesgo someterlo a la anestesia total en diferentes ocasiones, además de continuar en el ambiente de hospitales que pudiera generar o incrementar las secuelas psicológicas. Decidimos no someterlo a dichas operaciones.

Algunas personas nos sugerían que ayudaría el que nuestro hijo tuviera un hermano, Héctor también lo pedía. La decisión, dada la experiencia reciente, no era fácil, pero la tomamos ¡tendríamos otro hijo!

Nuestra relación de pareja salió fortalecida, jamás nos culpamos del incidente y siempre nos mantuvimos unidos por ese gran amor filial en común. Fuimos logrando la recuperación emocional; manteniendo una permanente comunicación.

1 comment:

Ing. Cardioide said...

De verdad que es muy fuerte este episodio que nos cuenta.

Afortunadamente todo salio muy bien. Yo no me preguntaria si fue milagro, coincidencia, etc. Claro, nunca he estado en esa situacion y pues no sabria que responder. Pero pues lo bueno es que actualmente ese hijo es una buena persona con varias metas a alcanzar.

Bien dicen que "lo que no mata te hace mas fuerte" y pues tanto para la Sra. como para ud. no fue la excepcion.

Que este 2006 este lleno de salud y exitos tanto para usted como para su familia. Ya saben que a la Fam. Perez Urbina se les estima muchisimo y lo mejor para este anio.

Muchos saludos!

Lalo.

PD: Mensaje editado sin acentos intencionalmente jajaja...