Monday, January 09, 2006

Reencuentro

Hola, ¿como estás? -Bien gracias, aquí trabajando- De inmediato reconocí la voz de Pilar- ¿Qué milagro que llamas? -Pues ya ves, lo que pasa, es que tu hijo va a salir del país y es necesario que firmes un documento, quiero saber si estás de acuerdo. –Claro que sí, ¿Y a que lugar viajará?- A los Estados Unidos, con su grupo de boy scouts- Dime cuando y en donde nos podemos ver para firmar el documento- Me dio una dirección por el sur de la ciudad de México y fijamos el día y la hora.

Vivian en la casa de una de sus amigas, me presenté puntual de acuerdo con mis hábitos, luego de varios llamados a la puerta apareció una señora amable- Buenos días, ¿Es usted es el papá de Gerardo?- Sí señora, buenos días- Pase por favor, permítame un momento- Sí gracias.- Unos minutos después llegó Pilar- El saludo fue normal, más bien un tanto frío- Hola, el niño está haciendo su berrinche, dice que no quiere verte- No hay problema; es comprensible, pero platícame ¿como les ha ido?- Pues yo sigo trabajando en la Dirección General de Aduanas, el niño se ha estado haciendo insoportable, creo que en eso se parece mucho a ti. Verónica (Vero, la hija de Pilar) se incorporó saludándome más efusiva, ya era toda una señorita. Un tiempo más tarde se presentó mi hijo; me saludó de mano con cara de pocos amigos, le entregué un juguete que llevaba para él -¿Qué tal hijo, como te has portado?- Me contestó manteniendo su actitud- Bien- Por la forma, más bien parecía decirme; que te importa. Desde luego que entendía su comportamiento, hacía casi tres años que no lo veía.

Alguna vez, intentando desahogar estos sentimientos escribí lo que a continuación les comparto.


REENCUENTRO

¡Que bonita sonrisa! halagó el hombre,
al cruzar su mirada ya cansada
con la bella y descuidada niña
que inquieta platicaba en la ventana

¿Que fuerza emanaba la chiquilla?
Logrando estremecer en lo profundo
a aquel que inseguro caminaba
arrastrando su vida por el mundo

Seguramente él encontró la respuesta
al buscar en el baúl de los recuerdos
y ver de nuevo la misma sonrisa,
pero está vez dedicada a su muñeca

La emoción provocada del recuerdo
humedeció las mejillas de aquel hombre
y decidido encaró al desprecio
llevando a cuestas la última acción noble

Pero al estar de frente ante la niña
sintió que el corazón le reclamaba
contestando de nuevo a su sonrisa
se fue inspirado, sabiendo que lo amaba

El viaje está vez sería más largo
sus ojos de llanto se nublaban.
Pues ahora que se daba el reencuentro
la vida para él se terminaba

Platicando con Vero me enteré, que cuando mi hijo preguntaba por mí, Pilar le decía que ya había muerto, lo que Vero se encargó de desmentir; siendo la principal razón por la que yo estuviera ahí, dado que mi hijo con frecuencia le pedía a Pilar que lo llevara a verme. Los supuestos documentos que firmaría, aún no estaban listos y realmente nunca estarían. Sin embargo, a partir de esta visita se suscitaron algunas más.

Luego de varias visitas, Pilar me reclamó el que le llevara juguetes cada vez que iba a verlo, argumentando que ella no podía competir de esa forma y que no lo consideraba necesario ya que el niño me iba a querer sólo por interés. Estuve de acuerdo, no era conveniente, por lo que en lo sucesivo no llevaba regalos, prefería invitarlo a algún lugar, él estaba interesado en divertirse y yo urgido de conocerlo.

Vero estaba por cumplir sus quince años, me pidió que la acompañara a la iglesia en representación de su papá, lo cual acepté con mucho gusto; previo acuerdo con mi esposa. Se llevó a cabo una reunión en casa de la amiga, hubo muy pocas personas invitadas y fuera de poder acompañar a Vero, lo demás me era muy incomodo.

Uno de esos días, Pilar me comentó que había adquirido una casa en un nuevo fraccionamiento de Aragón, diciéndome que si podía ayudarle para hacer la mudanza. La apoyé para hacer el cambio de casa; y me dio gusto el saber que ahora se establecería, lo que me daba mayor seguridad, pues sería más difícil que cambiara de domicilio.

Por el mes de febrero de 1986, la situación en la oficina presentaba cambios, me nombraban Subjefe del Departamento de Recursos Humanos. Resulta que “caía” el jefe, Vicente, después de un importante desgaste y una larga lucha.

Dos de mis compañeros, Sergio y Esther, quienes tenían el puesto de jefes de oficina, habían estado esperando el puesto que ahora me encomendaban, razón por lo que su molestia no escondieron. Los primeros días, se reunían en una de sus oficinas, haciendo gestos de burla evidentes, sonreían al verme pasar y cuchicheaban. Dejé pasar esta situación unos tres o cuatro días, esperando pudieran digerir su enojo y envidia. Cuando consideré prudente, los abordé directamente.- Estoy consciente que ustedes esperaban al igual que yo recibir este nuevo nombramiento, pero la decisión ya fue tomada, los invito a continuar trabajando y dejar de actuar como lo han venido haciendo, ahora yo soy su jefe y estaré llevando de forma permanente una evaluación. No es necesario que me sonrían, únicamente les pido que hagan su trabajo y les exijo respeto, de lo contrario, créame se como utilizar el poder.

Al recibir el encargo, Vicente me hizo entrega de la documentación y asuntos pendientes, estábamos terminando cuando, dijo -Sólo me molesta un detalle, nunca pude saber quien realmente estaba atrás de todo este movimiento- Aquí me tienes, yo fui, si deseas arreglarlo de alguna otra forma; también estoy dispuesto, creo que con esta medida se acaban muchos atropellos cometidos y se hace en alguna medida justicia. No me contestó, sólo pude identificar una expresión de sorpresa, me extendió la mano y luego salió cargando una caja de cartón con algunas de sus pertenencias.

De pronto, lejos de disfrutar el triunfo me sentía desanimado, habían pasado 7 largos años de mi vida, claro no los sentía perdidos, pero me preguntaba si había valido la pena. Este desenlace y aunado lo sucedido en septiembre del año anterior (Sismo, 85), me llevaron a pensar; que lo mejor sería buscar una salida hacia la provincia.

Una de las resistencias para agilizar la meta para salir del Distrito Federal, era precisamente el pensar que al estar lejos, las visitas a mi hijo se complicarían. Sin embargo, estaba equivocado. Una ocasión que visité a mi hijo, Pilar me comentó que el comportamiento del niño cada vez era peor y que mis visitas sólo le estaban causando daño, que inclusive había consultado a un psicólogo, por lo que me pidió dejara de visitarlo. No creí prudente discutir, a partir de entonces mis visitas fueron mucho más espaciadas.

Por otra parte, mi esposa y yo habíamos tomado el acuerdo de mantenernos con los dos hijos que ya teníamos, razón por la que ella tomaba anticonceptivos, mismos que un doctor le recomendó suspendiera, dado que aparentemente presentaba un problema de riñón, haciendo mención que seguramente presentaría un retraso en la menstruación. No imaginamos que este sería el origen de una nueva página en la historia.

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