Thursday, January 12, 2006

Mi Niña

El retraso se fue alargando, al 3er mes acudimos a una clínica para que le realizaran un ultrasonido a mi esposa y ¡ahí estaba!, era un bebé, se veía palpitar el corazón, “El retraso” fue de nueve meses y afortunadamente no había problema de riñón.

El embarazo fue considerado como de alto riesgo, dábamos por hecho que sería otro niño, aunque realmente queríamos una niña, cuando nos preguntaban, la respuesta obligada era “que sea lo que Dios quiera”.

Cuando le platicamos a nuestro hijo Héctor que tendría otro hermanito, él muy seguro nos dijo- Va a ser hermanita y se va a llamar Karina- lo que en principio nos provocó risa.

Por ese entonces llegó a vivir con la familia, una señora de nombre Concepción. Resulta que era hermana de una vecina; con la que ella y su pequeño hijo Iván vivían. Por problemas aparentemente con su cuñado, la habían corrido de la casa y no tenía a donde ir. Mi esposa me planteó el problema y acordamos darle apoyo; al igual que mi esposa se encontraba embarazada.

Como olvidar los interminables pleitos; de mi hijo Luis con el hijo de “Concha”, que era de la misma edad; con diferencia de unos días. Invariablemente al llegar a la casa, Luis entraba buscando con la mirada inyectada de coraje a su contrincante, en cuanto lo localizaba, sin pensarlo se le lanzaba a golpes. Dado que se trataba de un niño de aproximadamente año y seis meses, era incomprensible su reacción. Aunque debo decir, que desde recién nacido, cuando mi esposa por alguna razón no le daba el pecho a la hora que lo solicitaba, se enojaba tanto que después lo rechazaba. Preocupados por educarlo, muchas veces le llamamos la atención, inclusive, al no ver respuesta mi esposa le llegó a pegar.

Un día, mientras Luis jugaba distraído con un carrito, Iván llegó por atrás y comenzó a molestarlo, dándole golpecitos en la cabeza, “Concha” observaba desde un extremo de la sala, mi esposa y yo desde la recámara veíamos todo el escenario. De pronto, Luis se desesperó y se levantó para “atender” a Iván, que de inmediato corrió hacia donde estaba “Concha” su mamá, ella acudió a su encuentro diciéndole -Vente hijo, porque Luis te quiere pegar- ¡Todo lo habíamos visto!, de inmediato mi esposa se dirigió a “Cocha”- Como es posible que actúes así, primero estás viendo que tu hijo está molestando al mío; hasta desesperarlo y no le dices nada, pero cuando ves que mi hijo reacciona, entonces sí hasta hablas fuerte; para que yo te escuche y corrija a Luis- Lo que pasa es que apenas me di cuenta- dijo, sin saber que habíamos visto desde el principio hasta el desenlace- Mi esposa le aclaró y le pidió tuviera mucho cuidado con ese tipo de conducta.

Habíamos acordado apoyarla hasta que tuviera a su bebé, razón por la que no consideramos pedirle se fuera. Sin embargo, poco después se suscitó otro detalle. Resulta que Iván, al fin niño, tenía mucho interés en estar moviendo los botones de un modular y cuando le pedía su mamá se retirara del aparato, el niño se molestaba regresando a ella para patearle en las espinillas, claro de las piernas. Una ocasión, mientras ella lavaba, yo me encontraba viendo la televisión, el niño se acercó al aparato y le pedí se retirara, en automático se regresó contra mi para patearme, lo detuve poniendo una mano en su cabeza y le hablé a su mamá- “Concha” Controla a tu niño, este tipo de conductas no las tolero ni de mis hijos, representan un mal ejemplo y si uno de mis hijos intenta agredirme tendré que corregirlo- No dijo nada, rápidamente tomó a su hijo de una mano y le pidió se agarrara de la falda, mientras ella continuaba lavando. Más tarde, mostrando cara de desagrado; se sentó en un tapiz en el suelo, cuando siempre lo hacía en uno de los sillones, para ver la televisión. Su actitud me molestó- “Concha” aquí en mi casa hay reglas que se deben seguir, me molesta que pongas esa “cara”, ni yo me comporto así, menos voy a aceptar que otra persona lo haga, si no estás a gusto nadie te detiene- Se aguantó, no dijo nada y tampoco decidió irse. Desde luego no era fácil, su embarazo cada vez era más avanzado y ahí tenía techo y alimentación a cambio de prácticamente nada.

Por estas fechas, ocurrieron diferentes incidentes de distintas índoles. Un sábado, mi esposa y yo fuimos de compras a la tienda del ISSSTE, regresábamos cargados con bolsas de plástico, al intentar atravesar la Av. Politécnico Nacional, un carro casi nos atropella, razón por lo que no tuve empacho en hacerle una seña grotesca alusiva a la mamá del conductor, que sin pensarlo, detuvo el auto a media avenida, bajando muy enojado y con mucha prisa; dejando inclusive la puerta abierta. Le dije a mi esposa que no se espantara por lo que iba a ver, que no pasaría nada. Mi atuendo era: pantalón de mezclilla, guaraches de correa gruesa y suela de llanta, camisa a cuadros y un bonito sombrero, sí, todo un campirano, ah me olvidaba, en el cinturón llevaba un estuche de cuero y adentro una bonita navaja. Al ver la decisión del “incomodo”, me apresuré a sacar la navaja de la funda y me dirigí velozmente hacia él, impostando la voz y abriendo desmesuradamente los ojos para que me la creyera,-¡Ahora vas a ver como me enredo tus intestinos en ésta navaja!- El tipo ya estaría a unos 5 metros de distancia cuando, al ver el filo de la navaja sin decir una palabra, freno de lleno, creo que hasta con motor, regresando más rápido, se metió al carro y arrancó quemando llanta. Mi esposa y yo nos fuimos a casa.

Dado el avance del nuevo embarazo, muchas veces iba sólo de compras. Un día esperaba el camión en una esquina para regresar a la casa, un carro blanco se detuvo frente a mí, manejaba un muchacho y venia una señora en el lugar del “copiloto”. Sentí su mirada y voltee a verla –Hola papito, ¿quieres que te lleve?- Fui sorprendido, dirigí la mirada al conductor y no mostró ninguna reacción, ni siquiera me vio, ella continuó diciéndome algunos piropos, aún no me reponía de sus “comentarios” cuando llegó mi camión, me subí rápidamente. La distancia hacia la casa no era mucha, aproximadamente un kilómetro; pero iba bien cargado. A través del medallón del camión pude observar que el carro venía atrás y luego rebasaba; pero se mantenía a corta distancia del camión. Llegue a mi destino y supongo que por el espejo retrovisor la señora se dio cuenta, porque el carro nuevamente se detuvo, pronto abrí la puerta del edificio y subí al departamento, le comenté a mi esposa que me venía siguiendo una señora y bajamos a la calle para verla, en eso el carro ya se retiraba.

Algo aún más sorprendente, me sucedió una tarde que me dirigía a una tlapalería, en la misma colonia ticomán. Mi hijo Héctor me acompañaba montado en su carrito, mismo que amarré con un hilo para jalarlo. Por curiosidad voltee a ver quien había ocupado el espacio de la calle donde regularmente estacionaba mi carro ¡Que barbaridad! Una señora estaba sentada al lado del volante, levantando la pierna, me pareció revisaba el dedo gordo del pie, pero la falda la tenía arriba, hasta la cintura; y eso no era lo relevante, el caso es que no llevaba ropa interior, mostrando su ensortijada “cabellera”.
Intentando no mostrar reacción alguna, pero con la imagen grabada, continué jalando el carrito y nos alejamos. Al regresar de la tlapalería le comenté el incidente a mi esposa, quien molesta me dijo, que seguramente la señora lo había hecho intencional y no se trataba de un accidente.

Llegó el momento esperado, era alrededor de las 3 de la mañana, del martes 5 de noviembre de 1986, llegamos al hospital, mi esposa ya presentaba contracciones constantes, pasó a revisión y la internaron. Me senté a esperar, sabía que pronto nacería mi nuevo hijo, pues en el caso mi esposa una vez iniciando los dolores de parto no tardaba en dar a luz. Veía llegar pacientes a la sala de urgencias, trataba de disimular el nerviosismo, “ya no era primerizo”.

Serían aproximadamente las 5 de la mañana, salió de una sala una enfermera de edad avanzada y me dijo -Su esposa ya se alivio, tuvo niña- Sólo atiné a decir gracias, iba a preguntarle como estaban, pero deseche la idea, ¿ella como sabía quien era mi esposa? y además me dijo que había sido niña, por lo que no creí que su información fuera del todo confiable.

Al amanecer llegó el personal administrativo, me presenté a pedir información- Su esposa dio a luz una niña a las 4:08 am. las dos se encuentran bien.

Quise dar un brinco de felicidad, ¡era niña!, me fui a buscar una tienda de ropa para bebés, le compré una chambrita y regresé a la hora de visita, me urgía conocer a mi hija y desde luego felicitar a mi esposa.

Ese mismo día la dieron de alta, nos fuimos a la casa donde ya nos esperaban mis otros dos hijos. A ver mamá déjame ver a mi hermanita Karina, dijo Héctor muy contento, luego de mostrársela, mi esposa llevó la bebé a la cama. Luis que no se había acercado entro a la recámara a verla y regresó de inmediato llorando con sentimiento- Mi hermanita me pego- Era evidente, Luis un bebé de 1 año y nueve meses estaba celoso, por lo que mi esposa lo abrazo; al tiempo que simulaba regañar a la recién nacida.

Esta vez también di aviso a la oficina; y más aún solicité me autorizaran unos días de vacaciones, pues quería cuidar personalmente de mi esposa e hija, además de que para ese entonces no teníamos quien nos apoyara. Me autorizaron una semana, tiempo en que me esmeré en realizar todas las actividades del hogar. Los días se fueron muy rápido, aunque me sirvieron para valorar aún más, lo tedioso que resultan estos quehaceres.

La señora “Concha”, ya se había ido de la casa, tuvo también una niña, misma que previo acuerdo con una pareja regaló, argumentando que no tenía ni para alimentar a su niño, menos tendría para la leche y pañales de la nueva bebé.

Los días autorizados por gravidez se terminaban, no había cupo en la guardería del ISSSTE, por lo que mi hija ingresó a la guardería de la SEP. luego de varios intentos.

Mi esposa regresó a trabajar en la oficina, temprano llevábamos a los niños y niña a sus respectivas estancias, por la tarde íbamos a recogerlos.


En semana santa de 1987, fuimos de vacaciones al rancho, a la casa de mis papás, platicando con mi hermano Ignacio, quien trabajaba en una granja porcicultora, me comentó que el papá de su patrón estaba requiriendo una persona para que administrara un rancho en el municipio de Dolores Hidalgo, Guanajuato. Me interesó el asunto, le pedí me sacara cita para una entrevista, misma que se dio por el mes de junio.

De regreso de vacaciones, la inquietud de salir de la capital crecía, ahora con más fuerza; sabiendo que podía existir una buena oportunidad. Por otra parte, aunque mi nombramiento era el de Sub- Jefe del Departamento de Recursos Humanos, realmente desempeñaba el de Jefe del Departamento, razón por la que me presenté ante el coordinador administrativo, solicitándole me autorizara dicho puesto. Al respecto, me comentó que estaba consciente de mi desempeño y capacidad, sin embargo el hecho de no contar con un título profesional era la limitante; ya que no “cubría el perfil requerido” y en consecuencia no podía autorizar el puesto. Me pareció contradictorio, pues ya venía cubriendo el puesto; que teóricamente no podía, pero en fin, son las reglas.

Acudí a la entrevista con Don Jacobo, me dijo cuales serían mis responsabilidades así como derechos. El sueldo era un poco superior al que venia devengando, me ofreció casa y ayuda para gastos médicos; en caso necesario, así como enviar un camión para la mudanza. Decidí aceptar la propuesta ¡Al fin saldríamos del Distrito Federal!

Regresando, le comenté a mi esposa lo sucedido, iniciaría a partir del 15 de julio, por lo que deberíamos ir empacando los enseres de la casa. Por otra parte, ver la posibilidad de rentar el departamento en que vivíamos, así como otro que recientemente habíamos comprado, gracias a los ahorros generados por los ingresos de ambos.

Me presenté con el coordinador, le presenté mi renuncia, no sin hacerle notar mi inconformidad, por las limitaciones existentes para autorizar el puesto que antes le había solicitado. Mí esposa de igual forma presentó su renuncia. Cabe mencionar, que dadas las características de la institución no nos correspondía liquidación alguna.

Así comenzaba una nueva etapa de nuestras vidas.

1 comment:

Ing. Cardioide said...

Eeeeeh! Ya los 3 ninios Perez Urbina! jejeje...

Aaah que Luis celoso jajajaja, pero pues ya ahorita todos siendo adultos no hay celos.

Me cuentan que cuando naci mi hermana me ayudo bastante, pero despues (por experiencia propia) me hacia maldades! :( jajaja, pero pues ni modo, ahorita nos queremos bastante.

Muchos saludos! Saludos a Luis y a Kari y a la Sra. Luy :)

Lalo.